♡_HUALIAN_♡ ~•{one Shots}•~

Eres Mio

En los espléndidos salones del palacio celestial, resonaban los susurros de intrigas y ambiciones, tejidos con hilos de seda y perfumados con incienso de loto. Era allí donde el destino de los seres celestiales tomaba forma, entre alabanzas y temores, entre brillantes estrellas que danzaban en la vasta bóveda del cielo.

Xie Lian, el exaltado Príncipe Caído, una vez adorado por su gracia y piedad, ahora se encontraba en el umbral de una nueva realidad. Había sido vendido como un delicado jarrón de porcelana en el mercado de esclavos celestial, su esplendor y suavidad ocultos bajo la máscara de un destino incierto.

El Gran Emperador Hua Cheng, gobernante de los dominios infernales, conocido por su indomable carisma y sus estratégicas alianzas, había escuchado hablar del legendario Xie Lian. No como un príncipe devoto y justo, sino como un delicado Omega de rara belleza y fragilidad.

En la penumbra de su vasto palacio, Hua Cheng había contemplado su próximo movimiento con una mezcla de anticipación y deseo. Era una criatura acostumbrada a obtener lo que deseaba, sin importar las convenciones o los desafíos que se interpusieran en su camino. Y así, con el tintineo de monedas de oro y la promesa de un exquisito cautiverio, Xie Lian se convirtió en su más preciada adquisición.

El palacio de Hua Cheng, con sus paredes de obsidiana pulida y sus jardines de jade negro, fue testigo del desembarco de su nuevo tesoro. Xie Lian, vestido con sedas tan suaves como las caricias del viento nocturno, fue recibido con ceremonia y silencio. No hubo sonrisas de bienvenida, solo la fría evaluación de ojos dorados que lo estudiaron como si fueran a leer los secretos que escondía en lo más profundo de su ser.

Para Xie Lian, el cambio fue abrupto y desconcertante. Del esplendor celestial al abismo de los dominios oscuros, su vida se desplazó como las estrellas fugaces que surcan el cielo nocturno. Fue conducido a sus aposentos, una estancia lujosa adornada con encajes de plata y cortinas de seda bordada con hilos de oro. Allí, entre susurros de los sirvientes que apenas se atrevían a mirarlo a los ojos, comenzó su confinamiento.

Días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Xie Lian se encontró atrapado en un ciclo monótono de soledad y reflexión. No había cadenas físicas que lo sujetaran, pero las murallas invisibles de la voluntad de Hua Cheng eran tan impenetrables como las montañas que rodeaban su reino.

En su cautiverio, Xie Lian no estaba completamente solo. Mu Qing, el astuto consejero de Hua Cheng, visitaba ocasionalmente su habitación, trayendo noticias veladas y preguntas que dejaban entrever las complejidades de la corte infernal. Con su expresión imperturbable y sus ojos agudos como el filo de una espada, Mu Qing parecía más un guardián que un mensajero.

Pei Ming, el fiel guerrero cuya lealtad era tan firme como sus músculos acerados, también se dejaba ver con menos frecuencia. Su presencia era silenciosa pero reconfortante, como la sombra que sigue a un guerrero en la batalla. Aunque sus palabras eran escasas, su mirada franca y su gesto respetuoso ofrecían una pequeña chispa de humanidad en el océano de la indiferencia que lo rodeaba.

Pero era Yin Yu, el etéreo consejero de Hua Cheng, quien dejaba la impresión más profunda en Xie Lian. Con su presencia etérea y su sonrisa de enigmas, Yin Yu parecía comprender los secretos más oscuros que se ocultaban tras las paredes del palacio. Sus palabras eran como las notas de una melodía antigua, evocando emociones profundas y pensamientos que Xie Lian apenas se atrevía a reconocer.

Entre estas visitas, Xie Lian vagaba por los jardines de jade negro como un fantasma de su antigua gloria. La brisa nocturna acariciaba su piel, recordándole la libertad que una vez había conocido. Pero cada paso que daba lo llevaba más cerca de la comprensión de que su vida ahora estaba entrelazada con la voluntad caprichosa del emperador que lo había reclamado como suyo.