-Esto... doloroso...-dijo una voz femenina -Padre e hijo, se fueron juntos. Dos hermanos que no pudieron encontrarse por culpa de un gobierno corrupto y podrido, pero aunque se fue con un final digno de un rey, él vive con un solo arrepentimiento -s...
Los personajes no me pertenecen si no al mangaka Eiichiro Oda.
¡A llorar!
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La imagen nos traslada a una subasta. Dónde el presentador empieza a decir que tiene un artículo nuevo y bastante llamativo.
Los tambores resuenan.
Y se muestra a los espectadores, entre ellos, nobles, gente de dinero y los dragones celestiales.
—Estoy seguro que muchos han soñado con tener una, ¡admiren su silueta!
Dice el presentador mostrando una manta ilumina por una luz, que se puede apreciar la forma de una sirena, emocionando a los compradores. ...
—¡No puede...!
—¡Malditos humanos! ¡Mil veces malditos!
Los gyojins gritan con odio.
Luffy ladea la cabeza.
—¡Uy, estou ahí! ¡Sii! Esa sirena va a ser mia —dice un noble pero es golpeado por orden de Charlos.
—¡Mia! ¡Mia! ¡Ya tengo dos sirenas en mi colección! —dice seguro que la princesa va a ser suya.
Nami lo mira con asco.
—¿Tuya? —dice Luffy dejando la sala en silencio —No seas tonto, idiota. ¡Las personas no le pertenecen a nadie! ¿Eres tonto o que? —dice metiéndose su dedo a su odio, limpiándolo de la mierda que acaba de escuchar.
Ace mira a su hermano con los ojos abiertos. Aunque el odiaba a los dragones celestiales por matar a su hermano, sabia la imprudencia que seria atacarlos.
Para alivio de todos la pantalla continuo.
...
El presentador emociona más y saca la manta y se muestra a una sirena encerrada en una esfera y encadenada golpea el vidrio sin resultado con miedo.
Ajenos al sufrimiento de la inocente, los compradores gritan eufóricos.
—¡Traída desde la misma isla gyojin, es Caime la sirena! —comenta.
...
La nombrada jadea sorprendida y asustada.
Los del país no contienen su ira, soltando improperios.
...
La sirena mira todo aterrada, hasta que sus ojos se posan en la parte superior de las escaleras y sonrie.
—¡Es Hachi y los demás! Sabría que vendrían por mí.
Comenta la sirena aferrándose al cristal con esperanza.
