Ser vampiro hacía que el tiempo pasara de manera diferente de alguna forma, o eso le dijeron. Carlisle le explicó, en sus primeros meses de inmortalidad, que era fácil para ellos distraerse y dejar pasar el tiempo sin más referencia que el hambre para decirles si el tiempo pasaba o no; una suerte de reloj para inmortales (no duda que Edward encontraría una forma de usar la metáfora como una nueva técnica de autoflagelación). Al menos, así era para algunos de ellos. Carlisle le confesó que este no fue el caso para él. El tiempo transcurrío con la misma lentitud que en su vida humana, especialmente en sus primeros años como vampiro, y eso le resulto "dolorosamente" humano.Emmett no estaba seguro de si eso se aplicaba a él o no, claro, hasta ese día. De alguna forma, esa incertidumbre no le había molestado antes. Pensar en semanas o días, ¿cuál era la diferencia para ellos? ¿Por qué mantener la cuenta? ¿Con qué propósito? Emmett creía que sus compañeros le daban demasiadas vueltas a las cosas. Llegó a pensar que disfrutaban complicarse la vida, buscando algo que objetar en las cosas simples, convirtiendo un grano de arena en una montaña y de esa montaña, una avalancha.
Edward era así, especialmente. Era tan molesto e irritante. Siempre deprimido, con esa expresión de seriedad prepotente, sus cejas siempre fruncidas y sus ojos dorados llenos de una tristeza inexplicable. ¿Por qué estaban tan tristes todo el tiempo? Por Dios, podían saltar de un precipicio y el suelo se rompería por su cuerpo. Eran malditos inmortales indestructibles. ¿Qué importaba si un humano o dos morían a veces? Los humanos morían todo el tiempo de todas formas. No había punto en recordar a todos. Edward le quitaba la diversión a todo. Tal vez, si abandonaran de una vez por todas su constante necesidad de recordar que fueron humanos, podrían divertirse de vez en cuando. Rosalie, tal vez incluso, podría sonreír.
Emmett recordaba su vida humana con una mezcla de nostalgia y orgullo; no era motivo para estar constantemente añorando algo que, probablemente para la mayoria de ellos, sólo vivía en sus cabezas; cuerpos bajo tierra,y recuerdos que ahora son reliquias para los vivos. Solía embriagarse y hacer cosas estúpidas todo el tiempo, riéndose a carcajadas mientras los demás trataban de seguir su ritmo. "¿Cuántas veces los muchachos casi murieron congelados en el lago por alguna competición?" reflexionaba con una sonrisa torcida. "¿Cuántos murieron en la caza?" Era impulsivo, sin remordimientos, viviendo cada día al máximo.
No es que no le temiera a morir, pero, ¿quién era tan tonto como para temerle a su propia vida?
Fue el más fuerte, el más valiente, el más admirado, pensaba con orgullo. Le gustaba ser el centro de atención. No había nada de malo en eso, por eso nunca le molesto la vanidad estrafalaria de Rosalie. Era su vida y la vivía como quería. Esa era su filosofía entonces, y sigue siendo la misma ahora. No veía el motivo por el que estar triste sobre nada de eso. El pasado era el pasado ¿Dónde estaba lo complicado en aceptar eso y seguir adelante?
Edward era aburrido. Carlisle se aferraba a cosas que ya estaban muertas. Esme... Esme estaba bien, dulce y cálida. Rosalie era solo frustrante, especialmente con todo el tema de salvarlo. No entendía por qué seguía disculpándose. ¿Cuál era el punto de guardar remordimientos? ¿Qué ganaba con eso?. Si lo pensaba, tal vez ella y Edward harían una buena pareja. Podrían deprimirse juntos. Probablemente, incluso podrían encontrar algo parecido al consuelo juntos. Si solo Edward no fuera tan aburrido.
Emmett miró otra vez la nieve cayendo lentamente, sus brazos cruzados contra el pecho en una postura que intentaba ocultar su creciente frustración. Comenzaba a pensar que el tiempo sí empezaba a pasar diferente, tal como Carlisle le había dicho. Todo era... tan lento y aburrido. Tan aburrido. Sus dedos tamborileaban contra su brazo, mientras su pie se movía arriba y abajo, sacudiendo el suelo con impaciencia. Palabra clave: intentando.
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Untamed Animals | Emmett cullen.
FanfictionEn los vastos y silenciosos bosques de Alaska, donde los árboles se alzan como guardianes imponentes y el viento susurra antiguas melodías, se teje una historia de destinos entrelazados y corazones perdidos en la oscuridad. Aquí, entre la nieve virg...