Johann nunca se ha negado un capricho, así que decide que va a lamer el lunar debajo del ojo izquierdo de Emmett. No lo toca con sus manos; basta con inclinarse un poco hacia adelante, su altura y largo cuerpo acortan la distancia entre ellos hasta que su rostro queda a la altura del de Emmett. Johann, siendo mayor, tiene más control, y quizás por eso puede sentir una pizca de vergüenza antes de que su lengua salga de sus labios, pero no lo suficiente como para detenerse. Pero Emmett es Emmett, y parece importarle poco que no estén solos. De hecho, Edward sospecha que, incluso siendo consciente de su entorno, Emmett no habría actuado diferente.
El sonido que escapa de Emmett cuando siente a Johann acercarse es gutural, profundo y cargado de una intensidad cruda. Se estremece, atrapado en la emoción mientras las papilas gustativas de Johann saborean su piel y el sonido está vez es más alto, con menos forma, más desesperado . El contacto es fugaz, durando apenas un segundo, pero para ellos, el tiempo es irrelevante. Emmett arde como si hubiera estado en llamas por horas. Nada es frío en Emmett por el resto del día.
Las reacciones a la escena son mixtas. Rosalie no se molesta en ocultar las suyas. Edward, habiendo explorado sus pensamientos, entiende que su disgusto va mucho más allá de la culpa que aún arrastra por haber rogado a Carlisle que salvara a Emmett en ese entonces. Para Rosalie, lo que hizo es imperdonable, pues siempre ha renegado de su propia existencia como vampira. Edward sabe que ella lo abandonaría todo por ser humana de nuevo, y cargar con la responsabilidad de haber condenado a otro a lo que considera una maldición solo intensifica su resentimiento.
Rosalie es vanidosa, y Edward sospecha que si no hubiera sido tan hermosa en vida, su carácter podría haber desarrollado otras facetas. Pero Rosalie Hale fue la muchacha más hermosa de su ciudad cuando estaba viva, y en su estado inmortal, esa belleza solo se magnificó, junto con su vanidad. Necesita ser admirada, necesita atención. Después de ver que Carlisle ya tenía a Esme, y que Edward no cayó rendido a sus encantos, Rosalie se convenció de que él era una excepción, no inmune a su belleza, sino inmune a cualquier atracción. A su entender, nadie podía ser más hermoso que ella.
Sin embargo, cuando Emmett superó su etapa de neófito y se mostró encantador y risueño, a Rosalie le molestó profundamente cómo él aceptaba con tanta facilidad su nueva naturaleza. Y entonces, su frustración se transformó en odio al darse cuenta de que Emmett no la admiraba como lo hacían otros. No es que Rosalie estuviera enamorada de Emmett o esperara ser amada por él; su frustración era una cuestión de vanidad. Emmett podía apreciar la belleza en los demás, y eso la enloquecía. Había mencionado con admiración los pómulos de alguna chica humana, las curvas de su cintura, o la mandíbula fuerte de algún hombre. Pero nunca, jamás, volteó a mirarla a ella de esa manera. Por eso, Rosalie no oculta su desagrado por la escena entre Emmett y Johann, abandonando la sala entre maldiciones apenas contenidas. Rosalie jamás le perdonará a Emmett el haber encontrado irresistible a Johann sobre sus encantos; mientras tanto Emmett ha olvidado su propio nombre.
El resto de los presentes es menos efusivo. Existe un pacto silencioso de ofrecer privacidad entre ellos, a pesar de la agudeza sensorial que les permite oír hasta el caer de un alfiler en la nieve a kilómetros de distancia o quizás precisamente por esa razón. Esme y Carlisle abandonan la sala discretamente, sus manos entrelazadas en un gesto natural. Tanya, fiel a su carácter, se ríe suavemente. Ella, como Johann, vive y ama con pasión. Katrina frunce el ceño ligeramente desde las afueras, su expresión brevemente desfigurada antes de apartar la vista, recordando que su hermano ha lucido más feliz últimamente. Sacude la cabeza y continúa contemplando la nieve caer. Elazar y Carmen no están presentes, pero Edward imagina que sus reacciones serían similares a las de Esme y Carlisle. E Irina, bueno, Edward le ha concedido la privacidad en los muros de su mente, ahora que no encuentra consuelo en los de su propio hogar.
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Untamed Animals | Emmett cullen.
FanfictionEn los vastos y silenciosos bosques de Alaska, donde los árboles se alzan como guardianes imponentes y el viento susurra antiguas melodías, se teje una historia de destinos entrelazados y corazones perdidos en la oscuridad. Aquí, entre la nieve virg...