Guerra de los treinta años, Sacro Imperio
Romano.1642 d.c
Actual territorio Alemán.Johann se encontraba en el corazón del caos, rodeado por la brutalidad de la guerra. Con cada golpe de su espada, cortaba a través de las líneas enemigas con una precisión mortal. La sangre salpicaba en todas las direcciones, pintando el campo de batalla en un rojo oscuro y viscoso. Los cuerpos caían a su alrededor, algunos partidos por la mitad, otros con heridas grotescas que dejaban al descubierto sus entrañas palpitantes.
El sonido de los huesos rompiéndose y los gritos de agonía se mezclaban con el retumbar de las explosiones, creando una sinfonía macabra de violencia. Johann reía en un frenesí mientras se abría paso entre los cuerpos caídos, su rostro adornado por una sonrisa sádica y manchado de sangre. Sus botas, cubiertas de barro y resto de la batalla, se hundían en el terreno húmedo y desigual del campo. Las vísceras se deslizaban entre sus dedos, resbaladizas y cálidas al tacto, mientras el avanzaba implacablemente hacía su propio objetivo: matar, matar y matar.
Sericuado en laureles,
El honor sería suyo.
Era salvaje, una danza de muerte, una coreografía de destrucción en la que Johann era el maestro indiscutible. Los cuerpos se desmembraban bajo el peso del filo de su espada, un festín de carnaza y horror. El olor metálico de sangre inundaba sus fosas nasales, embriagandolo en una sensación de poder y dominio.
No existía piedad en esos ojos, solo el deseo insaciable de muerte. Se lanzaba hacia adelante con la ferocidad de un animal enjaulado liberado para la cacería, arremetiendo con pura brutalidad. A medida que la batalla rugía a su alrededor, Johann se elevaba como un demonio entre los hombres, el cabello largo desgreñado empapado en sudor y sangre. Los ojos de un gris acerado, brillaban con una mezcla de locura y furia. En medio del humo y el caos del campo de batalla, su figura alta se erguía imponente, como una sombra monstruosa en el infierno de la guerra. La armadura ligera, aunque abollado y manchada de sangre, reflejaba la luz los incendios y las explosiones, dándole la apariencia a ojos enemigos de un demonio, algo inhumano.
Kate, de pie al borde de un edificio en ruinas, observaba la carnicería del campo de batalla con ojos atentos y agudos. Sus pies descalzos se movían sobre los escombros con gracia, saltando de un punto a otro con una ligereza cautivadora. Su vestido, antaño blanco y puro, estaba ahora empapado en sangre, la tela pegada a su piel pálida y fría, contrastando fuertemente con el rojo oscuro que la cubría.
Desde su posición elevada, Kate tenía una vista panorámica del horror que se desplegaba a sus pies. Los gritos de los hombres moribundos, el ruido de las armas chocando y las explosiones resonaban en sus oídos, pero su atención estaba fija en una figura en particular: Johann, él que llamaban "él lobo sangriento"
Kate siguió sus movimientos con una fascinación creciente. Su risa salvaje resonaba en el aire, un sonido que helaba la sangre de los que lo rodeaban. notó como la sangre brotaba de sus heridas, pero el guerrero seguía avanzando, imparable y feroz
Johann se tambaleó por el impacto de una bala de mosquete en su hombro, la sangre goteo de su uniforme a un ritmo macabro. Sin embargo su distracción efímera fue fatal, Kate observó cómo la espada enemiga se abrió paso hacia su pecho, atravesó carne.
Con un rugido de furia y dolor, Johann pateo al soldado, su risa aún retumbando en el aire mientras la sangre se escurría de los bordes de sus labios, lo derribo de un golpe certero. La victoria fue efímera, otro impacto le atravesó el abdomen, robandole el aliento. El metal ardiente quemaba su carne mientras se abría camino, dejando un cmaino de destrucción. Johann gimió de agonía, se tambaleó sintiendo como sus entrañas se retorcían y se desgarraban bajo el impacto brutal.
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Untamed Animals | Emmett cullen.
FanficEn los vastos y silenciosos bosques de Alaska, donde los árboles se alzan como guardianes imponentes y el viento susurra antiguas melodías, se teje una historia de destinos entrelazados y corazones perdidos en la oscuridad. Aquí, entre la nieve virg...