1 - Viernes de comida china

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Tom lo estaba esperando en la misma mesa de siempre, luciendo igual que en los últimos 4 meses: con su uniforme de oficial aún puesto, sin la gorra que dejaba a un lado en la mesa y jugando un jueguito que se llevaba toda su atención a su teléfono. Aún no había ordenado porque Jake solía llegar 10 minutos después de lo acordado, aunque sabía que el peliazul siempre pedía un plato de Chow Sein, prefería esperarlo.

— Lamento la tardanza — dijo Jake, Tom no se sobresaltó, acostumbrado a mantenerse alerta en su trabajo, había notado la presencia del chico cuando entró al lugar.

Además, Jake soltaba un inconfundible olor a limpio y sandía dulce, su cabello húmedo delataba que se había dado un baño antes de ir al restaurante.

— Siempre llegas a la misma hora, no hay problema.

— Es que si no me doy un baño antes de llegar me siento todo pegajoso, lleno de azúcar y glaseado — el peliazul se estremeció un poco imaginando las capas de harina y demás sustancias que se le pegaban en la cocina.

La conversación era la misma, la repetían cada vez que Jake se sentaba en la mesa después de disculparse por llegar 10 minutos tarde. Tom decía lo mismo, no era un problema, el policía salía directamente de su turno de patrulla y no le daba tiempo de ir a casa a cambiarse. Pasaban una hora comiendo y charlando de su semana, la cual no solía tener grandes cambios.

A veces, Tom narraba alguna anécdota graciosa de su trabajo, o le mostraba una herida que se había hecho recientemente, también solía comentarle como estaba su gata. Jake en cambio solía quejarse de uno u otro cliente grosero que le tocó atender, alguna nueva receta que estaba probando, o le mencionaba como estaba Miriam. Tom sabía que Jake iba a terapia, pero no tocaban mucho el tema porque suponía era algo privado;el policía también había ido a un grupo de ayuda para ex combatientes y policías retirados. Habían sido pocos encuentros pero le habían ayudado en gran medida con su pasado como espía.

La comodidad se asentó a medida que la noche pasaba, habían ordenado su comida y una jarra de limonada, ninguno de los dos era muy bueno con el alcohol y preferían mantener la reunión cómoda y tranquila.

— ¡Así que no me había dado cuenta que mi arma estuvo sin seguro durante todo el operativo! — exclamaba Tom a las risas, mientras hincaba el tenedor en sus rollos primavera. No era muy bueno con los palillos.

— Dios, que peligro — Jake lo miró con consternación, pero algo de gracia le hacía que el hombre frente a él, que se veía tan imponente con su físico y su traje, siguiera siendo el torpe Tom que conocía — ¿No te metiste en problemas por eso?

El mayor negó.

— Mi jefe no se dio cuenta, pero tuve que darle mi ración de donas a mi compañera para que no me delatara — el hombre se veía verdaderamente afligido por eso.

Jake soltó una carcajada, no había nada peor en el mundo para Tom que perder su ración de donas, era su motor de todos los días, como para él lo era su café matutino.

— No te preocupes, mañana pasa por la tarde a la pastelería, te prepararé una caja especialmente para tí — dijo mientras tomaba su limonada.

— ¡Lo haré! Las donas de Miriam son las mejores de la zona, y tu café es el mejor también — Tom se veía radiante de nuevo, como un cachorro que sacaban a pasear. Jake no pudo evitar la sonrisa dulce que se le deslizó por el rostro, mientras miraba al pelinegro directo a los ojos.

Tom sintió la leve incomodidad asentarse en su pecho, aunque su estómago se calentó ante la expresión de Jake. Siempre le había parecido que la sonrisa del más joven podría derretir un glaciar y que sus profundos ojos negros podían leer su mente. Aterrador.

(Boy)Friends | TomJake|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora