CAP 17. unexpected threat

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Pov's Rivers

Lo odiaba con todo mi ser y él a mí.

Pero ahora, el odio se había transformado en miedo. Cada sombra en mi departamento parecía esconder una amenaza, y cada sonido en la noche parecía ser el preludio de su llegada. Me dirigí a la cocina para hacerme un té, con la esperanza de calmar mis nervios. Mis manos temblaban mientras encendía la estufa, derramando agua en el proceso.

Las luces de la ciudad brillaban a través de las ventanas, pero ninguna de ellas me ofrecía consuelo. Pensé en llamar a la policía, pero ¿qué les diría? "Hola, un ex amigo mío me está amenazando con mensajes de texto." Temía que no tomaran en serio la situación hasta que fuera demasiado tarde.

El sonido del agua hirviendo me sacó de mis pensamientos. Apagué la estufa y me serví una taza de té, intentando calmarme. Pero la tranquilidad era un lujo que no podía permitirme en ese momento. Decidí llamar a mi amigo Osvaldo, el siempre sabía qué hacer en momentos de crisis.

- ¿Samantha? ¿Qué pasa? - respondió con voz adormilada.

- valdo, necesito hablar contigo. Juan me está amenazando. Dice que va a matarme.

Hubo un silencio en la línea antes de que Laura respondiera.

- ¿Estás en tu departamento? ¿Estás sola?

- no,no estoy sola, está Ari aquí durmiendo . Pero No sé qué hacer.

-bien Voy para allá. No abras la puerta a nadie más, ¿entendido?

Asentí, aunque sabía que el no podía verme. Colgué el teléfono y me senté en el sofá, abrazando mi taza de té como si fuera un escudo. Los minutos se sintieron como horas hasta que escuché el timbre de la puerta. Me acerqué cautelosamente y miré por la mirilla. Era Osvaldo, con el cabello despeinado y una expresión de preocupación en su rostro.

Abrí la puerta rápidamente y la dejé entrar. Sin decir una palabra, me abrazó con fuerza.

- Vamos a solucionarlo, Sam. No estás sola en esto.

Nos sentamos en el sofá y le mostré los mensajes. Laura los leyó con el ceño fruncido.

- Esto es serio. Necesitamos ir a la policía.

- ¿Y si no nos creen? - dije sintiendo el miedo apoderándose de mi

- Tienen que hacerlo. Vamos, nos vamos ahora mismo.

-bien pero irá Ari, no puedo permitirme que le pase algo- Osvaldo asintió y fui a despertar a Ari para salir de mi departamento.

Salimos del departamento y nos dirigimos a la estación de policía más cercana. Durante el trayecto, Osvaldo no dejó de mirar por el retrovisor, asegurándose de que no fuéramos seguidas. La paranoia empezaba a invadirnos el y a mi.

En la estación, un oficial nos atendió. Le mostramos los mensajes y escuchó nuestra historia con atención.

- Esto es muy grave- dijo el oficial. -Vamos a asignarle una orden de restricción y patrullaremos cerca de su residencia. Pero también le recomiendo que se quede con alguien de confianza por unos días.

Osvaldo y yo intercambiamos miradas. Sabía que el no se opondría a que me quedara con el.

Después de completar el papeleo necesario, regresamos a mi departamento para recoger algunas cosas. Osvaldo me acompañó en todo momento, vigilando cada rincón mientras empacaba una pequeña maleta y Ari también. Salimos rápidamente y nos dirigimos a su apartamento.

Esa noche, intenté dormir en el sofá de Laura, pero cada pequeño sonido me despertaba. El miedo no me permitía descansar. Finalmente, me levanté y me dirigí al balcón, mirando la ciudad iluminada y sintiéndome diminuta e indefensa.

Laura se unió a mí poco después, envuelta en una manta.

- Sam, no podemos vivir con miedo. Vamos a superar esto. - dijo ari

- Lo sé, pero es difícil. Juan siempre ha sido una persona complicada, pero esto es...

- Es una locura- completó Osvaldo. -Pero no estás sola. Vamos a encontrar una solución.

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Pasaron los días y, aunque la policía patrullaba con regularidad, no lograba sacudirme la sensación de ser observada. Osvaldo y yo tratamos de mantenernos ocupados, pero siempre había un aire de tensión.

Una tarde, mientras revisábamos las redes sociales, Osvaldo encontró algo perturbador. Una cuenta anónima había estado publicando mensajes crípticos y amenazas veladas que parecían dirigidas a mí. Las publicaciones incluían fotos de lugares que frecuentaba y de mi propio edificio.

- Esto no es bueno - murmuró Osvaldo.

Decidimos llevar esta nueva evidencia a la policía. Esta vez, el oficial nos prometió que intentarían rastrear la cuenta. Pero no podíamos quedarnos de brazos cruzados esperando.

Osvaldo sugirió que contratáramos un detective privado para investigar a Juan. No era una mala idea, aunque me preocupaba el costo. Sin embargo, la seguridad no tenía precio en ese momento.

Encontramos a un detective con buenas referencias y lo contratamos. Le dimos toda la información que teníamos sobre Juan, esperando que pudiera encontrar algo que la policía hubiera pasado por alto.

Los días se convirtieron en semanas y, aunque Juan no había aparecido en persona, las amenazas continuaban. El detective nos mantenía informadas de sus avances. Descubrió que Juan había estado en tratamiento psiquiátrico y tenía un historial de comportamiento violento, lo cual era alarmante pero útil para nuestra causa.

Un día, el detective nos llamó con noticias importantes. Había descubierto que Juan estaba usando una identidad falsa en línea y había rastreado la IP de las publicaciones amenazantes. Juan estaba más cerca de lo que pensábamos.

Desde cuándo había llegado y como volvió tan rápido? , esa pregunta rondaba constantemente por mi mente

El detective sugirió que presentáramos esta nueva evidencia a la policía y solicitáramos protección adicional. Laura y yo fuimos inmediatamente a la estación, donde el oficial en jefe nos recibió con seriedad. Con la nueva evidencia en mano, se comprometieron a incrementar la vigilancia y tomar medidas para localizar y arrestar a Juan.

Finalmente, una noche, recibimos una llamada que esperábamos pero temíamos. La policía había encontrado a Juan en un motel a las afueras de la ciudad. Lo arrestaron sin incidentes y lo llevaron a la comisaría.

El alivio que sentí fue inmenso, pero aún quedaba un largo camino por recorrer. Las autoridades nos aseguraron que Juan enfrentaría cargos serios por las amenazas y el acoso, y que harían todo lo posible para mantenerlo lejos de mí.

Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, pude dormir sin miedo. Sabía que la batalla no había terminado, pero al menos había dado el primer paso hacia la recuperación de mi vida. Con Ari y Osvaldo a mi lado, sentí que podía enfrentar lo que viniera. Y mientras la ciudad dormía, supe que estaba un poco más segura...

La Amante [rivari]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora