Alicent se despertó con el corazón cargado. Era el día de la boda, no entendía por qué se sentía así, debería estar contenta, eufórica, de haber escapado del futuro que su padre le había trazado. Pero ella no lo hizo. En todo caso, se sentía peor que desde la noche en que intentó poner fin a las cosas.
Luchó por identificar la causa de su melancolía.
¿Fue su padre? La noche anterior, Otto Hightower había estado bebiendo, algo inusual en él, y había vuelto a empezar con Alicent. Qué fracaso era ella, cómo había arruinado toda su cuidadosa planificación, cómo Rhaenyra la decepcionaría a largo plazo. Alicent sintió punzadas de ansiedad ante ese último pensamiento. Había parecido tan ridículo cuando Otto le escupió las palabras en un estado de ebriedad, pero ahora.... Ahora, a la fría luz del día, parecía haber en ellos un brillo de verdad, por pequeño que fuera.
Después de todo, la princesa se había disculpado pero Alicent todavía no estaba segura de si Rhaenyra realmente lo entendía. ¿Realmente comprendió la imposibilidad de la situación de Alicent? ¿Cómo había quedado atrapada como un animal perseguido? Alicent empezó a llorar. Lloró en silencio, las lágrimas brotaban de un lugar muy dentro de ella, de algún claustro primordial que estaba más allá de todo sonido y expresión. La marea de entumecimiento se elevó hasta ahogarla. Alicent decidió encontrar alivio de la única manera que sabía: metió la mano en el cajón junto a su cama y sacó su cuchillo.
La hoja brillaba a la luz de la mañana y parecía amistosa. Alicent se arremangó la manga de su camisón y comenzó a cortar. Cortó más profundamente que antes, pero el dolor y la sangre detuvieron sus lágrimas. ¿Estaba condenada a ser miserable para siempre?
Alicent intentó recuperar la calidez del día en el jardín cuando todo brillaba dorado y esperanzador. Ella no pudo. Sólo había oscuridad y frío.
Ninguno de los dragones había vuelto a verla desde ese día. Lógicamente, ella sabía que era por la boda. Como parientes cercanos del Rey, tanto Rhaenyra como Daemon tuvieron que afrontar las expectativas del día. Y Alicent cumplió la palabra que le había dado a su padre y no apareció en público. Pero no podía quitarse la sensación de que ninguno de los dos volvería jamás con ella. Temía que sus Targaryen se vieran arrastrados por el furor de una boda que celebraba la superioridad valyria. Seguramente se darían cuenta de que estaban por encima de la joven que mutilaba su propia carne, que no poseía ni una gota de la antigua sangre valyria.
Alicent se quedó quieta durante algún tiempo, poco más que un fantasma.
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En todos los sentidos, la boda fue un éxito rotundo. Laena lucía radiante con un vestido tan fino que parecía estar hecho de olas del océano tejidas con rayos de sol. Viserys estaba enamorado y los Velaryon rígidos de orgullo. La música era buena, la comida excelente y los bailes se volvieron más atrevidos con el vino fluyendo libremente.
Rhaenyra deseaba que Alicent estuviera allí para disfrutarlo con ella. Podrían haber bailado juntas o con su tío y atiborrarse de dulces. De nuevo, el pensamiento de los tres juntos surgió en su mente, sin que nadie lo invitara. Ella se lo quitó de encima. Ni siquiera sabía si esas cosas eran posibles o deseadas. A medida que avanzaba la noche, la fiesta se volvió más estridente. Rhaenyra había bebido bastante.
Daemon tropezó hacia ella; sus galas nupciales despeinadas por la juerga. —Mi querida sobrina —farfulló—. ¿Cómo te va en esta velada tan auspiciosa? —Estaba lo suficientemente cerca como para que ella pudiera oler su aliento, endulzado por el vino que claramente había disfrutado.
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The Dragonfly | HOTD
أدب الهواةAlicent Hightower no quiere casarse con el Rey. Pero en un mundo con pocas opciones, el tiempo se acaba. ¿Podrá salvarse a sí misma? ¿Se darán cuenta los dragones que la rodean de lo que han hecho? ✅Esta es una TRADUCCIÓN. La obra original le perten...