Prólogo

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La luz de la ventana le despertó esa mañana. Entraba una brisa que hizo que se le erizara la piel, supuso que anoche se olvidó de cerrarla.

Como cada día, cambio su camisón de noche por ropa no excesivamente elegante, ya abría tiempo para eso más tarde, y se encaminó hasta el gran comedor del palacio donde su padre ya le esperaba.

Andaba por los pasillos con su mente en otro sitio, el camino ya memorizado después de las miles de veces que lo había recorrido. Pensaba en la playa a unos metros del palacio, en el pueblo y en su gente, en los bosques donde acostumbraba a pasar las tardes con su mejor amigo, pensaba en su madre.

Al llegar al comedor, admiró el retrato familiar que descansaba al lado de la puerta antes de que uno de los guardias la abriera para él.

- Martin.- su padre le dedicó una mirada antes de devolver su vista al libro que estaba frente a él en la mesa.

El joven príncipe entró en la sala y saludó a su familia antes de sentarse.

- Buenos días, padre. María.- Asintió con la cabeza a modo de saludo a la vez que se dirigía a ellos respectivamente.

Se sirvió algo de fruta del centro de la mesa. Estaba disfrutando de una manzana especialmente dulce cuando su padre habló, más serio que de costumbre si eso era posible. Martin y su hermana miraron hacia su padre sobresaltados, la sala sumiéndose en tensión mezclada con anticipación por las palabras del hombre, el rey nunca interrumpía su lectura matutina para hablar con sus hijos.

- Hijos míos, ya sabéis que no voy a reinar para siempre, necesito que estéis preparados. Martin, como heredero mío tu deber es servir y proteger este reino, y para eso necesito asegurar que en el futuro nuestro linaje no muera contigo. - El príncipe contuvo la respiración, ya habían tenido esta conversación antes y no solía acabar muy bien. Aún así, no tuvo valor de interrumpir a su padre. El rey continuó su discurso.- Así que he decidido que en cuanto cumplas diecinueve empezarán las preparaciones de tu boda con la princesa de un reino no muy lejano al nuestro. Ya está decidido, no te atrevas a rechistar, es tu deber como hijo mío que eres. La princesa vendrá a la celebración de tus diecinueve y se quedará hasta que os caséis. -

Al terminar de hablar, la sala se sumió en silencio. María miraba a su hermano apenada, ella sabía lo mucho que le aterraba la idea de casarse y perder la poca libertad que tenía. Las manos de Martin empezaron a temblar, y sintió como sus ojos picaban amenazando con derramar lágrimas.

- No puedes hacerme esto. - El susurro se escucho debido al silencio del comedor. Su padre se levantó entonces, hecho una furia.

- Puedo y debo, Martin. ¿No lo entiendes? ¡Eres el príncipe heredero! Es tu obligación, y no tienes elección, nunca la has tenido. -

- Por favor. No me hagas hacerlo, por favor. - Estaba prácticamente suplicando, con lágrimas en los ojos y al borde de un ataque de ansiedad. Su padre seguía histérico, cada vez más enfadado.

- Siempre has sido un irresponsable. Ya se lo decía a tu madre, demasiado mimado. Da gracias que te aviso y no te caso ahora mismo. Tienes dos semanas de libertad, utilízalas. No quiero volver a escucharte quejarte. Ahora sal de mi vista. -

No fue capaz de moverse de la silla donde estaba sentado. Su hermana se levantó y le agarró la mano suavemente. Tiró de él y lo sacó del comedor. Lo arrastro todavía de la mano por los pasillos. Esta vez no pensaba en las playas ni en los bosques. Su mente estaba en blanco, en un trance del que no logró salir. Llegaron a el cuarto de la princesa y le sentó en la cama con delicadeza, María se colocó detrás suya y le recostó en su pecho.

La princesa le susurraba palabras reconfortantes a su hermano mientras le acariciaba la cabeza, Martin cerraba los ojos con fuerza y se aferraba a ella como si le fuera la vida en ello. Pasaron el resto del día así, hasta que el joven príncipe cayó rendido en un sueño profundo después de agotarse llorando.




Si habéis llegado hasta aquí  quiero daros las gracias por leer. Llevo sin escribir desde hace un par de años y sin inspiración desde hace un par de meses. Pero bueno, esta  historia la escribí porque llevo un tiempo esperando que alguien escriba un au de piratas sobre los majos y me he cansado de esperar.
No se si  va a gustar a la gente así que si alguien lee esto porfa dime que te ha parecido y si debería continuar.

Adri:)

Manneporte - Au majos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora