El reino de Givernia no era gran cosa. El palacio era imponente, si, pero la pequeña isla del caribe no tenia nada que la hiciese importante. Por este motivo, el reino siempre ha destacado por la familia que la gobernaba, los Urrutia.
Aún así, Martin siempre ha sabido ver la belleza que escondía el reino. Los lagos escondidos en el bosque y las pequeñas calas en la playa eran sus lugares favoritos. Siempre que podía, le gustaba galopar con su yegua por estos lugares, a veces acompañado de su mejor amigo.
Conoció a Alex cuando tenia ocho años. Era el hijo del capitán de la guardia real, por lo que se encontraban de vez en cuando por los jardines del palacio. Aunque era tres años mayor que Martin, congeniaran muy bien y rápidamente se convirtió en su primer amigo.
Primer amigo y, sin contar a su hermana, probablemente el único. Nunca se le dio demasiado bien socializar y siempre que podía pasaba tiempo con su madre.
Por ello, cuando ella murió un mes antes de su decimosexto cumpleaños, se aisló completamente quedando en compañía solo de María y Alex. El rey, que ya era bastante ausente en la vida de los hermanos, quedó devastado por la muerte de su esposa y dejó de ejercer su rol como padre al completo, convirtiéndose en un desconocido para sus hijos.
El día siguiente de la noticia de su compromiso con la princesa Suzette, Martin decidió dar uno de sus paseos por la playa. Se acercó al establo donde sabía que Alex estaría. Recientemente, el joven había empezado su entrenamiento como futuro guardia real y estaba haciendo prácticas como guardia en zonas comunes del palacio. Por supuesto el príncipe se sabía sus rotaciones desde que se coló en la oficina del padre de Alex a echarle un vistazo a el informe donde estaban escritas.
Se acercó a la entrada del establo y observó a su amigo en la puerta. En cuanto entro en su campo de visión, Alex sonrió y corrió a abrazar a el príncipe.
- ¡Martin! No te esperaba hoy por aquí. - A Martin se le escapó una pequeña risa y pasó su brazo por la espalda del guardia devolviéndole el abrazo.
- Necesitaba salir un rato a despejarme. Ayer me dieron... ¿malas noticias? No se si les puede llamar así. Probablemente lo son solo para mi.- Se estaba empezando a desviar del tema, así que se alejó de los brazos de Alex y continuó - Bueno, el caso es que necesitaba salir de palacio y esperaba que pudieras acompañarme a la playa.-
- Sabes que no puedo salir durante la guardia.- Alex se cruzó de brazos mientras sonreía de forma burlona.
El príncipe entendió el juego e hizo un intento de su mejor puchero mientras miraba hacia su amigo. - ¿Por favor? Tu turno acaba en diez minutos, actúas como si no me lo supiera.-
Finalmente el guardia cedió ante la petición del príncipe, como si no hubiese sido su intención desde el primer momento.
- Ve a preparar a los caballos mientras yo termino mi turno anda.- Alex le revolvió el pelo y rió mientras se volvía a colocar frente a la puerta.
Martin entró andando directamente hacia la cuadra de su yegua. Sonrió cuando ella levanto la cabeza al verle y pasó su mano por su cuello con suavidad.
Había sido un regalo, de su madre para ser exactos. Y Martin adoraba a la blanca yegua como su bien más preciado.Probablemente el trabajo de preparar los caballos podría hacerlo cualquiera de los cientos de sirvientes que tenia a su disposición, pero cepillar el pelaje y trenzar la crin del animal era de las cosas más relajantes para el príncipe.
Aún no había colocado la montura en su yegua cuando Alex ya había terminado su turno y preparado su caballo.
- Como no te des prisa va a empezar mi turno de tarde, majestad.- El guardia miraba divertido a su amigo, que terminaba de trenzar el pelo de la yegua y corría en busca de una montura.
Horas más tarde, se encontraban charlando animadamente en el borde de un acantilado con vistas al mar, bajo la sombra de un árbol con los caballos atados a este. A medio día se notaba ya el calor del ambiente, haciéndolo sofocante por la humedad de la isla y la brisa marina. El príncipe remangó las mangas de su camisa.
- Todavía no me has dicho las malísimas noticias que te han dado.- Las palabras son dichas de forma burlona, intentando hacer reír a Martin, pero consiguen lo contrario. El cuerpo del príncipe se tensa de inmediato y se le borra completamente la expresión de tranquilidad de la cara.
- No es gracioso Alex.- Su mejor amigo lo mira con cara de arrepentimiento y a Martin se le escapa una pequeña sonrisa. Suspira pasándose las manos por el pelo antes de continuar. - Me caso. En dos semanas.-
- ¿Ya? Pero no es posible, todavía eres muy joven. Espera, ¿pretende el rey que te coronen ya? No lo entiendo, creía que quedaban años para esto. ¿No has intentado evitarlo? ¿No sabe tu padre que es lo último que quieres hacer, que te aterra la idea de estar atado de esa manera? -
- Lo he intentado, y se ha puesto como una furia. No hay nada que hacer Alex, solo me queda disfrutar de mis dos semanas. Por eso estoy aquí, esperaba que las pudieras pasar conmigo.-
Martin miraba a la inmensidad del mar mientras Alex le miraba a el. El guardia cubrió la mano del menor con la suya y la acarició con su pulgar. A lo lejos, el príncipe divisó un gran galeón que navegaba hacia su isla.
Aunque ser príncipe no le agradaba demasiado, habían privilegios que le otorgaba que no cambiaria por nada. Uno de estos eran los viajes en barco. Aunque solo había hecho uno en su vida, cuando tenia doce años para ver la isla natal de su madre, es uno de sus mejores recuerdos. Siempre que podía se acercaba al puerto del palacio, nunca al del pueblo, y paseaba por las cubiertas de los barcos soñando algún día volver a estar en alta mar.
En general, Martin soñaba con la libertad, y un barco la proporcionaba, por lo que soñaba con barcos y marineros y velas.
- ¿No sería magnífico subir a un barco y desaparecer de la isla?- Martin miraba el galeón embobado, con su mano debajo de la de Alex aún.
- Sabes que sería imposible, tu padre no lo permitiría.-
- No tiene porqué enterarse, podríamos hacerlo juntos.- Finalmente apartó la vista del horizonte y miró a su amigo. Sus ojos se empezaron a cristalizar solo de pensar en lo que eso supondría. La libertad que vendría con ello.
- Martin, nos buscarían por todo el caribe, al final nos encontrarían y lo sabes. Puede que para ti no suponga nada si te encuentran, ¿pero para mi? Destruiría mi vida al completo. - Alex intentaba sonar realista, el príncipe le miró determinado.
- No vengas conmigo entonces. Si me encuentran asumiré las consecuencias, pero habré probado lo que es la libertad, antes de que padre me encadene a la vida en palacio. -
Martin se levantó soltando la mano del guardia al fin. Empezó a deshacer el nudo que unía a su yegua con el árbol.
- Me voy, esta noche. Buscare un barco en el puerto del pueblo. Si quieres venir conmigo eres bienvenido. Si no, no te culpo, siempre serás el mejor amigo que he podido tener.-
- Martin...- El menor seguía de espaldas a él. Alex se levantó.- Martin... Mírame. - El príncipe se mantuvo en su posición con las riendas ya desenredadas. Alex agarro a Martin por los hombros y le dio la vuelta. - Por favor, escucha. Se lo que significa esto para ti. Pero no puedo dejarte ir solo, aunque todo para lo que he trabajado se arruine. Iré contigo, esta noche.-
Una lágrima recorrió la mejilla del príncipe, el guardia la secó con su pulgar. - Gracias, gracias manito. Te quiero.-
- Ay pumuki yo también te quiero. A demás, ¿que tipo de guardia real sería si dejo que el príncipe heredero suba solo a un barco?-
A Martin se le escapó una pequeña risa antes de abalanzarse sobre el cuello del mayor, rodeándolo con sus brazos.
- Ve a prepararte ahora, majestad. Te veré en el establo en cuanto anochezca. -
Bueno pues este primer capítulo es un poco la versión extendida del prólogo, pero es necesario para explicar un poco la relación entre los personajes.
¿Que os ha parecido? Me encantaría leer que opináis , así que si queréis podéis dejar algún comentario.
No se si me dará tiempo a actualizar otra vez esta tarde pero lo intentaré.Adri:)

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Manneporte - Au majos
RomanceUn príncipe aterrorizado de sus responsabilidades escapa de su reino antes de casarse. Un pirata famoso por su frialdad le encuentra. o Básicamente Martin príncipe y Juanjo pirata porque me encantan los clichés :)