Desde que era pequeño, Martin aprendió que un príncipe tenía que ser perfecto. Eso por supuesto incluía su apariencia física.
Cuando sus paseos a caballo empezaron a resultar el rodillas raspadas y arañazos en los brazos, entonces empezaron los castigos. Su padre aseguraba que su piel nunca fuera adornada por cicatrices y eso lo consiguió castigándole si traía alguna herida a casa. Nunca físicos por supuesto, solo le quitaba todo aquello que le hacía feliz, un poquito de trauma emocional nunca viene mal. Martin aprendió muy rápido a evitar las heridas.
Por lo que, a sus diecinueve años de edad, el príncipe no sabía realmente lo que era el dolor físico. Pero supuso que el fuerte pinchazo en su costado significaba que ahora si conocía lo que era.
Intento recostarse pero un mareo le obligó a tumbarse de nuevo. Seguía débil, aún no se había recuperado de su malestar y a penas recordaba lo que había pasado. Miró su abdomen. Bajo su blusa abierta, completamente arruinada por donde le atravesó la madera, se veía una venda rodearle la cintura, con una mancha de sangre empezando a atravesarla desde la herida.
Miró al techo unos minutos, tratando de adivinar donde se podía encontrar. Cuando consiguió reunir las fuerzas necesarias intentó levantarse de nuevo, esta vez con éxito. Con un brazo se rodeó su propia cintura y con el otro se apoyó en la pared, utilizándola para recostar todo su cuerpo y estabilizarse.
Observó la habitación, era muy parecida a la del galeón. ¿Quizás un poco más pequeña? Una de las claras diferencias era que en esta habían repartidas varias hamacas por los laterales y el resto del espacio era ocupado por finos colchones.
Se desplazó apoyado en la pared hasta las escaleras. Justo cuando llegó, apareció una chica corriendo por las escaleras.
Martin se sobresalta y da un paso hacia atrás demasiado exagerado , que resulta en un quejido de dolor y su brazo vuelve a rodear su cintura con una mueca de dolor en su cara.
La chica se acercó a Martin despacio, pero él se encogió de hombros y dio otro paso hacia atrás, esta vez con más cuidado.
- Tranquilo no te voy a hacer nada, venía a ver cómo estabas. Tus amigos están preguntando por ti y el capitán quiere hablar contigo. Y bueno, supongo que Juanjo está algo interesado en cómo te encuentras también. ¡Ay claro! Denna quiere revisar tus suturas y ver si la herida está infectada, y... -
La joven se dio cuenta entonces de cómo el príncipe le miraba incómodo y un poco desorientado, frenando su "discurso" que se había originado debido a su nerviosismo.
- Ay perdón, soy Chiara aunque aquí todos me llaman Kiki. Tus amigos están bien, te lo puedo asegurar y estas en el barco del capitán Bona. Ahora si te parece bien, me han ordenado acompañarte a ver al capitán en cuanto despertaras. Te ayudo a subir a las escaleras, ¿vale? -
Martin asintió lentamente y pasó su brazo por los hombros de Chiara cuando se acercó más a él.
Juntos suben las escaleras, muy despacio. Aunque teniendo en cuenta que el príncipe había sustituido su soporte en la pared con la chica de metro sesenta, apoyando todo su peso en ella, no iban nada mal.
Al llegar a la cubierta Martin tuvo que cerrar los ojos. La repentina luz solar después de la oscuridad de la habitación hizo que volviera el mareo, añadiendo además un fuerte dolor de cabeza, que le obligó a llevarse su mano libre a tapar su vista del sol.
Varias personas que se encontraban trabajando se giraron a mirarle. No le dio tiempo a observar bien donde se encontraba ya que Chiara siguió andando hasta unas escaleras en la popa del barco. Al final de estas les esperaba una puerta. La joven tocó la puerta y esperó a una confirmación del camarote antes de abrirla.
Chiara soltó a Martin entonces, y sujetó la puerta para que entrara.
La sensación de haber vivido esto antes se instaló en la mente del príncipe. Después de repetir esta escena todos los días con su padre podrías pensar que ya estaba acostumbrado, pero el nerviosismo se coló en su estómago, añadiéndose a la lista de cosas por las que se sentía mal en ese entonces.
Al otro lado de la puerta, un hombre esperaba sentado detrás de un escritorio bastante elegante. Su vestimenta estaba bien cuidada, con el detalle de un sombrero típico de capitán sobre la mesa y gruesas cadenas de oro rodeándole el cuello. Una cicatriz le atravesaba la parte izquierda de su rostro, desde la ceja hasta la barbilla. Y su barba bien recortada, recordándole a Martin el destrozo que debería ser su bigote actualmente, le daba ese último toque que demostraba respeto y autoridad.
- Siéntate. - El pirata se dirigió hacia el más pequeño de forma seria, demasiado para el gusto de Martin, que se sentó frente al capitán con un ligero temblor en las manos que intentó disimular lo mejor que pudo. - Así que tú eres el hijo de Rafael. Te imaginaba más... bueno me esperaba un hombre que impusiera respeto. Tú solo eres un chiquillo con cara de asustado. -
Martin hizo el intento de mantener su cara lo más neutral posible, y empezó a jugar con el borde de su camisa a modo de distracción de los nervios que sentía. La manera en la que el pirata se había dirigido hacia su padre daba a entender que lo conocía, cosa que confundía al príncipe aún más. Guardo silencio y espero a que el hombre continuara.
- Yo soy el capitán Bona. Y soy bastante respetado por el gremio, si no lo sabías ya. Aunque supongo que si. Teniendo en cuenta quién es tu padre ya lo sabrás todo sobre nosotros. -
Esto confundió más a Martin todavía. ¿Debería saber quien era ese hombre?
- No me jodas... ¿Realmente no sabes nada? - El capitán observó la cara de confusión del príncipe y como se mordía el labio nervioso. Soltó una carcajada antes de continuar. - Nosotros somos piratas, ¿si? - Martin asintió. - Y como piratas que somos robamos, matamos, secuestramos. Hasta aquí se entiende, ¿verdad chico? - Martin vuelve a asentir. -Por supuesto, los monarcas de los grandes reinos quieren evitarlo. Y esto lo intentan evitar con una flota de barcos, encargados exclusivamente de buscar y exterminar barcos piratas. Flota financiada por gente como tu padre. -
Hola, ¡no me he muerto! Capítulo cortito pero no quería abandonar la historia más tiempo y no he tenido mucho tiempo para escribir.
Tuve un pequeño problema con mi cuenta (pequeño no era, perdí la contraseña y el correo de la cuenta ya no existía y la lié un poco hasta poder cambiar el correo JSJAJ) pero bueno, ya está todo bien intentaré no volver a desaparecer diez días.Como siempre gracias por leer, siempre se agradece ver alguna opinión vuestra,
Adri:)
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Manneporte - Au majos
RomanceUn príncipe aterrorizado de sus responsabilidades escapa de su reino antes de casarse. Un pirata famoso por su frialdad le encuentra. o Básicamente Martin príncipe y Juanjo pirata porque me encantan los clichés :)