La pequeña Hinata Hyuga intentaría acercarse a paso de bebé a su enamorado, Naruto. Con ayuda de sus amigos y personitas perfectas que llegaron en momentos indicados, ella reuniría el valor suficiente para al fin hacer realidad sus ensoñaciones con...
Hinata estaba en el interrogatorio improvisado de Tenten, había conocido a la chica de moños cuando Lee creyó preeminente una adicción a su grupo, ¿Quién sería mejor que Tenten? Su compañera preferida de combate, una aficionada a las armas que siempre demostraba ser una estudiante muy apasionada. Con ella seguro lograrían que la Hyuga cumpla su objetivo.
"Empieza con un hola", mientras el azabache y castaña mayores observaban tras unos arbustos, Hinata tendría que saludarlo sin importar el después, podía salir volando si quería o quedarse estática tal estatua, un hola era todo lo que se necesitaría hoy. Cuando la academia compartiera su descanso todos irían a sus posiciones, dejando a la Hyuga a merced de su plan.
Naruto balanceándose en un columpio ni se fijó en la niña que le miraba a unos metros de distancia. Hinata espero pacientemente a que el rubio parase y con ello no correr ningún riesgo de quedar en vergüenza. Fue así que ella se acercó lentamente, Lee y Tenten sudaban por el suspenso.
- N-naruto... - Un susurro que fue apagado antes de llegar a las orejas bronceadas del infante que estaba perdido en el almuerzo en su regazo.
- ¡Ho-Oola! - Agudo, sacó un gallo, ella lo notó y se paralizó ante la voz que le salió.
- ¿Hmm? ¿Hinata?
- ¡¡Oye cuidado!! - Ella se fundió en un desmayo al frente del hijo del Hokage, Naruto corrió a acudirla, pero antes de su llegada un golpe cayó directo a la cabeza de la fémina.
Los dos cómplices de la Hyuga se aparecieron de repente y se llevaron a la azabache a la enfermería. Fueron demasiado rápidos para la ansiedad que carcomía a Hinata siempre que Naruto se le incrustaba en la cabeza, culpables acompañaron a su amiga hasta que despertará, cuando lo hizo parecían dos pecadores, ese chichón gigante que yacía entre su melena negra lo decía.
- ¡Hi-hi-hinataaaa! - Lee sollozaba al verla.
- ¿Eh? Estoy bien, no llores Lee...
- ¡Hinata te cuidaré todo el día si es necesario! ¡¡No dormiré ni tomaré ningún descanso hasta que esa cosa desaparezca!! - Señaló el tumulto de la Hyuga.
- ¡N-no es necesario! - Pero él ya estaba aplicándole pomada en la inflamación mientras sus lágrimas seguían.
Viendo a ese par a Tenten se le ocurrió un nuevo plan, sin dudas era una genia, esta vez no fallaría, ya se estaba metida del todo en la vida romántica de aquella tímida.
La chica mayor se llevó a su compañero a jalonazos en la oreja, ya atardeciendo vendrían a llevarse a Hinata a su casa, seguramente Lee querría cargarla en su espalda durante todo el trayecto, nadie podría detenerlo.
En su habitación iris marfil detallaban cada línea que conformaba un tablón del techo de madera. Hinata pensó deprimida que hoy no había sido su día, no solo tenía un chichón, ahora su piel tenía un patrón de morados en ella que en unas horas empeorarían. Estaba en un silencio tenso sintiéndose inútil con cada acción que hacía, pero tuvo que reírse bajo cuando vio sus pies acolchonados por sus garras púrpuras, mañana temprano haría un jugo de tomate de árbol que esperaba que a Sasuke le gustará.
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