XVII (Epílogo)

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3 AÑOS DESPUES

A Samantha le temblaban las manos mientras esperaba en la sala de espera de aquel hospital a que fuese su turno. Cada año volvía para hacerse un estudio completo y asegurarse de que todo estaba bien, todavía recordaba cuando le habían encontrado aquel tumor poco después de volver a Miami. Tenía ganas de vomitar, pero trató de tranquilizarse mientras daba golpecitos en la silla con sus uñas.

"Rivera" Llamó una enfermera y Samantha se puso en pie caminando hacia la consulta apoyada en su bastón, una vez dentro tomó asiento delante de la mesa de su doctora y esperó a que entrase. Unos minutos después la mujer apareció con una carpeta marrón en sus manos.

"Buenos díasSamanyha ¿Vienes sola esta vez?"

"Si" Dijo Samantha asintiendo, era evidente que estaba nerviosa.

La doctora se sentó frente a ella "Está todo correcto" Dijo segundos después y Samantha dejó salir el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta. La doctora procedió a explicar en detalle las pruebas que habían hecho y como cada una de ellas había resultado negativa.

"¿Eso es todo?" Dijo Samantha aliviada.

"Hay algo más" Dijo la doctora y cerró la carpeta que tenía delante de ella "Hay un nuevo ensayo clínico organizado por el equipo de ortopedia, me gustaría que fueses a una consulta"

"¿Por qué?" Preguntó Samantha.

"Creo que podrían ayudarte con tu rodilla, a mitigar el dolor, y con un poco de suerte a dejar el bastón"

"¿En serio?" Dijo Samantha sorprendida.

"No te hagas ilusiones" Dijo la doctora "Tienen que revisarte ellos, pero creo que puedes ser una candidata ¿Estarías interesada?"

"Si, claro, por supuesto"

"Genial" Dijo la doctora sonriendo "Te llamarán para hacer la evaluación"

Samantha asintió y tras despedirse de ella salió del hospital. De vuelta a casa no podía dejar de pensar en lo que le había dicho y se imaginó un futuro en el que no le dolía tanto la pierna y podía caminar sin el bastón.

Bajó del coche y entró en su casa. Fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua, se quedó mirando la nevera unos instantes, después sacó el móvil de su bolsillo y marcó el número de su mejor amiga.

"Chio, ¿Sabes guardar un secreto?"

Durante los cuatro meses siguientes Samantha acudió a las sesiones con el equipo del hospital. A veces eran terriblemente dolorosas y tras ellas tenía que caminar en muletas, pero era la pierna buena la que no podía apoyar, pero estaba dispuesta a continuar. A veces colocaban aparatos en su rodilla y otras veces realizaban inyecciones en su hueso, era terrible, pero valía la pena. Chio se había convertido en su cómplice y la ayudaba a acudir a las sesiones y sobre todo la ayudaba para disimular el dolor que sentía cuando volvía a casa.

Pese al dolor que sufría semana tras semana en aquel hospital, Samantha estaba mejorando, ya no necesitaba el bastón, su rodilla había dejado de doler, aún así Samantha iba con su bastón a todas partes. Tenía que esperar al día correcto.

● ● ●

Ese día finalmente había llegado. Samantga se miraba en el espejo cuando vio a la figura de su madre aparecer a su lado y rodearla con sus brazos por la cintura.

"¿Lista mija?"

"Vamos" Dijo Samantha con una sonrisa.

Su madre tomó el bastón y se lo pasó a Samantha que negó con la cabeza.

•●Tres Besos●• (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora