Capítulo ocho

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Los chicos llegarían hasta mañana por la tarde, me gustaba que fueran productivos y no se aburrieran, tal vez necesitaba lo mismo, pero ahora era lo menos que quería.

Nick se fue, lo acompañé a la puerta para que no tuviera que pasar un cuestionario por parte de Heeseung. Los encuentros a veces te pueden alegrar, más cuando es de alguien especial, pero aunque el fue especial, no me siento cómoda en volverlo a ver.

Acostada en mi habitación con todo apagado mirando al techo, decidí levantarme para leer un poco en la mesa del comedor, el sueño no llegaba y era razonable el porque no.

Mi genero favorito es el romance, así que, no pude evitar comprar tres libros de comedia romántica.

—¿Quién está ahí? —preguntó una voz ronca que sonaba desde el pasillo.

Cerré el libro de sorpresa y giré todo mi cuerpo hacía la oscuridad.

—¿Otra vez durmiendo tarde? Ojalá no tengas la nueva computadora en mano.

Me levanté de mala gana de la silla y al momento de encontrar el interruptor de luz, me tropecé con la mesa.

Cayendo encima de un cuerpo.

Piel desnuda.

Mis manos sobre él.

Santo Dios.

Traté de quitarme, pero unas manos tomaron mi cintura de repente.

—Suéltame —dije, con la voz débil.

—Deja de moverte. —dijo, con frustración.

Trate de moverme, pero rodé y ahora él quedó encima de mí.

—Carajo, Heeseung —golpee su pecho varias veces y este se levantó.

La luz se prendió y pude ver su cuerpo mientras se tallaba la cara con sus dedos.

Que atractivo.

—¿Te quedarás viéndome? —se apoyó en la barra de la cocina con las manos tras de él.

Me levanté con rapidez y tomé mi libro de la mesa. —¿Qué haces aquí?

—Solo no podía dormir —me miró fijamente y sus ojos me analizaron. —¿Quién fue el chico que llegó contigo?

—Compañero de universidad.

—Mientes.

¿Cómo lo sabe?

—No es de tu incumbencia.

—Claro que lo es, ¿quién soy para ti?

—Mi cliente.

Miró a otro soltando un suspiro burlón —No lo ves así, ___. —me miró de nuevo. Y como sus ojos tuvieran algún tipo de poder, me estremecí.

Su mirada profunda me hacía sentir desnuda por dentro.

Y es una sensación increíble.

—Sea mentira o no, no tengo que decirte lo que es de mi vida personal.

—No lo quiero volver a ver aquí.

—¿Qué?

—No tienes permiso.

—¿Qué mierda?

—Ya te dije, no lo quiero ver.

—¿Y por qué tu novia si puede entrar aquí?

—Los chicos la conocen, en cambio, a él no.

—Pues los chicos no se ven tan felices que Rachel esté como pulga contigo.

—¿Ellos o tú?

Tragué saliva y lo miré con mi entrecejo fruncido. —¿Qué pretendes, Lee Heeseung?

Se encogió de hombros y ladeó su cabeza a un lado sin despegar la vista de mi. —¿Quieres saber lo que pienso? —se despegó de la barra y caminó hacía mi dirección.

Traté retroceder, pero la esquina de la mesa golpeó contra mi espalda, quedando acorralada.

Nuestras respiraciones era lo único que se escuchaba.

—Habla.

—Pienso que estás celosa. —me miró a los ojos.

—¿Celosa? no me conoces.

—¿Crees que no me doy cuenta de como desvías la mirada cada vez que la menciono? O que tensas la mandíbula cada que la ves.

—Es una insoportable.

—Y te duele que mi atención esté en ella.

Lo miré fijamente sin decir nada.

—Pero mi atención la mayor parte del día está puesta en ti.

Su mirada bajó hacía mis labios y lamió los suyos. —Y ahora me pregunto si estás igual que yo.

Mi pecho subía y bajaba al no conseguir la respiración.

—¿Puedo hacértelo saber? —la yema de su dedo pulgar rosó delicadamente mi pómulo.

Voces se hicieron presentes fuera de la habitación del hotel y eso hizo que lo empujara por el pecho.

—No te vuelvas a acercar a mí. —lo señalé.

—Eso no me dijiste antes.

La puerta principal se abrió y entraron los chicos prendiendo las luces.

—Wow, wow, ¿qué están haciendo? —preguntó Ni-ki, alzando las manos en modo de sorpresa.

—Solamente nos topamos en este momento. —contestó Hee, mirando a Ni-ki.

Jay me miró y alzó una ceja, confundido.

—Tengo que irme, buenas noches. —dije, antes de correr hacía mi habitación.





¿Y ahora como lo veo a la cara directamente?

Tenía que salir con los chicos al auditorio a las 7 de la noche, para alistarlos en su presentación.

Y ahora es incómodo.

Toda la mañana me la pasé evitando a Heeseung mientras él buscaba de mi mirada. Todos los demás se dedicaban a hablar de lo que había pasado en el monasterio y yo solamente existiendo en ese momento.

—¿Y bueno? ¿te está gustando la ciudad, ___? —preguntó Sunghoon, posando su mirada en mí.

—Es demasiado grande, muy hermosa, a decir verdad.

—Ya queríamos presentarnos aquí, es mucha emoción. —agregó Sunoo.

Sonreí a medias y alcé la mirada para toparme con la de Heeseung.

Nunca una mirada había causado esto en mí, sus ojos tan profundos que sentía que podía ver más allá que mis simples palabras. Sus pupilas eran como un imán que era imposible despegarse una vez que te acercabas. 

La tensión aumentaba mientras mas cerca lo tenía.

Relamió sus labios y mi mirada fue a esa dirección.

—Tengo que... —dije, y levanté mi plato de la mesa. —Hacer algo importante antes de salir. —despegué la vista de él, y salí corriendo del comedor.

Llegando a mi habitación con el corazón en la garganta y deseando que no hubieran notado mi torpes, me senté en mi cama tratando de calmar mi respiración.

Lo odio.

Lo detesto.

Pero es jodidamente como un centro de emociones inexplicables que me dejan sin aliento.


Amor Clandestino. - Heeseung Au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora