Origen

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Febrero, 2018

Nanami movió la cabeza a ambos lados y tomó una bocanada de aire, satisfecho. Una cosa que jugaba a favor de la academia era su ubicación. Rodeada de árboles y en las afueras de Tokio, era ideal para escaparse un rato del bullicio de la metrópolis. El misticismo que rodeaba el lugar lo ayudaba a tranquilizarse.

Aunque no siempre, claro está. Para Kento era crucial llegar, informar sobre las misiones que había acabado, tomar otras y devolverse por donde mismo había entrado, lo más rápido posible, para así no toparse con ninguno de sus ex – compañeros. Así lograba pasar desapercibido.

Pero ese día decidió quedarse un pequeño rato más; Yaga le había comentado que Satoru había salido hace dos días de viaje bastante lejos, específicamente hacia Kenia. "Genial, así no hay ninguna posibilidad de encontrármelo", pensó Nanami mientras cerraba los ojos y se dejaba enfriar por la brisa invernal.

Por eso cuando escuchó esa familiar y fastidiosa voz casi se muere del disgusto.

—¡Vaya sorpresa! —exclamó Satoru saludándole con la mano—. Hace tiempo no nos topamos, Nanamin. Si no te conociera pensaría que me estás evitando.

Nanami rodó los ojos. Nunca sabía si el albino hablaba en serio o no. Hasta el menos dotado de sus alumnos se daba cuenta de que lo evitaba.

—No ha sido tanto tiempo, Gojo—dijo molesto—. Y deja de llamarme así.

—¿Así, cómo?  Y no te veo desde el cumpleaños de Shoko. Eso es bastante.

—Nos vimos en navidad.

—Nah, no lo recuerdo—dijo Satoru con tono despreocupado, al mismo tiempo que se llevaba las manos a la boca para morderse las uñas—. Dime, ¿qué opinas de Okkotsu? ¿Crees que puede ser un poco...imbécil?

Nanami tosió, incomodo. Comprendía claramente la razón por la que Gojo había olvidado (o fingía olvidar) ese día. Probablemente había sido mucho para él. Pero no entendía por qué de pronto quería hablar mal de su mejor alumno.

—¿No acabas de escoltarlo a Kenia? O algo así me dijo Masamichi.

—Claro, por imbécil. Y allá está con otro imbécil así que es el festival de los imbéciles.

Nanami miró a su colega con suspicacia y gruñó en voz baja. En su opinión, Satoru era poco transparente y eso le molestaba. Nunca había podido leerlo bien y más le costaba hacerlo desde que había empezado a cubrirse los ojos con una venda blanca. De pronto, al pensar lo anterior, cayó en cuenta de que la había cambiado por un cintillo oscuro.

Nanami no era tonto. Era cosa de sumar dos más dos. Quizás lo más prudente era quedarse callado. Sin embargo, sin saber por qué, dijo:

—Lo que pasó no fue culpa de Okkotsu, Satoru. Y, sobre Manuel, no deberías reclutar gente que consideras imbécil.

—Aja. Miguel.

—¿Ah?

—Se llama Miguel. Y sé que no fue su culpa. Lo imbécil de Yuuta es que, unos días antes de viajar, me preguntó si tenía novia. Me quedó dando vueltas. Novia. ¿Por qué asumiría algo así?

Kento suspiró. El rumbo que estaba tomando la conversación no podía parecerle más inconveniente. Decidió no decir nada, pero el albino continuó.

—¿Crees que parezco alguien que tiene novia, Nanamin?

—¿Novia? No. No lo creo.

—Yo tampoco.  Qué imbécil ese imbécil de Yuuta, realmente, imbécil—refunfuñó Satoru, enojado—¿Es que no se da cuenta de nada? Sinceramente, yo pensaba que todos los categoría especial teníamos una inteligencia superior, pero Yuuta es obviamente la excepción.

Maldito: Satoru [SATOSUGU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora