Insensatez y sentimientos (segunda parte)

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-Despierta, Gojo.

Satoru sintió un leve olor a vainilla. Suguru le tocaba los hombros delicadamente y con su suave voz lo sacaba de su profundo sueño.

Entre los trenes y el auto llevaban trece horas viajando y estaban exhaustos. Satoru había caído rendido mientras le acariciaba el pelo a Shoko, la que también dormía. Se sorprendió de que Suguru lo despertara tan amablemente. A pesar de lo que le había pedido cuando se subieron al auto en la academia, Satoru no había intentado llevarse bien con él. No porque no quisiera, sino porque no podía dejar de evitarlo. Lo había visto interactuar con Shoko, sonriente, amable y preocupado y, además, siempre tenía algún dato histórico o político que aportar, los que a Satoru no se le habrían ocurrido en un millón de años. Su atracción hacia él solo aumentaba y Gojo sentía una inclinación intuitiva a querer hacerlo reír. En un momento, a raíz de un comentario de Shoko, dijo que Masamichi tenía toda la pinta de cagar ladrillos. Suguru rió mucho y Gojo no estaba seguro de si lo había encontrado divertido o estúpido, por lo que reaccionó mirándolo mal. Pero solo quería acercarse a él, y no podía. En el fondo, su actitud era un mecanismo de defensa. Algo le decía que si se dejaba llevar, el subidón sería increíble y la caída, cuando todo saliera mal, sólo podría ser directamente proporcional. "Deja de ser amable conmigo, estúpido. No lo merezco."

Gojo intentó sonreírle, pero solo le salió una mueca. Suguru no reaccionó. Se bajaron del auto y empezaron su camino.

Tras una hora y media de caminata, en la que fueron casi en silencio, divisaron la aldea. Shoko fue la primera en decir algo.

-¿No sienten que está demasiado helado? Chicos, esto está turbio.

Desde el comienzo Satoru ya sentía el frío y una energía maldita impresionante, pero no había querido decir nada. No estaba seguro de si Geto se había dado cuenta, pero sí de que Shoko no. Observó que Suguru le puso su chaqueta a la hechicera y notó por el rabillo del ojo que lo miraba. Satoru prefería no reaccionar. Estaba muy ansioso. Solo quería llegar rápido al lugar y descifrar qué demonios pasaba.

Apenas llegaron, supieron que las cosas iban peor de lo que esperaban. La energía maldita era impresionantemente fuerte. Una anciana apareció de entre una de las casas. Sangraba. De a poco fueron saliendo todos de distintos lugares, implorando ayuda a ese trío de adolescentes.

-¡Por favor, ayúdenos! Hay trabajadores heridos, venían de arriba.

"Vaya mierda, Masamichi. Esto no es categoría 3, que es nuestro límite por edad. ¿Qué pretendes, viejo? Debiste haberme enviado solo." Notó que la tranquilidad y confianza de Suguru se habían ido a la coronilla. "No sabe qué hacer. Es obvio. Y no es su culpa." Se acercó a él, dispuesto a ayudarlo. "Cálmate, Suguru. Que Shoko se quede acá. Nosotros podemos encargarnos del resto", pensó Satoru.

-Cambio de planes.- dijo Geto, resuelto.- Shoko, quédate acá y trata de ayudar a estas personas. Subiremos Gojo y yo.

"Sintió lo que pensé. Igual que ayer. Ya no tengo dudas. Ugh". Satoru se acercó a Shoko. Estaba asustada. No se sentía capaz de sanar a tanta gente. Miró a sus amigos, con una expresión de temor. También le preocupaba lo que pudiera pasarles. Ella debía apoyarles en caso de que salieran heridos, pero eso ya no iba a ser posible.

-Chicos, ¿Y si no puedo sanar a esta gente? ¿Y si mueren por mi culpa? ¿Y ustedes? No tenemos señal de teléfono, ¿cómo nos comunicaremos?

La hechicera había empezado a hiperventilar. Gojo se sintió ansioso. Nunca había visto así a su amiga. Él confiaba en que tenía las capacidades para ayudar a todas esas personas, pero la falta de confianza que los altos mandos tenían en ella se reflejaba en sus propias inseguridades. Tenía que hacerle saber que él siempre la apoyaría. Miró a Suguru. Necesitaba que él también lo hiciera. Ambos se acercaron a ella y la abrazaron.

Maldito: Satoru [SATOSUGU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora