CUARTA PARTE
Después de llevar a cabo el pacto con aquella entidad, el precio fue alto, tan alto que las consecuencias me condenarían si permanecía en la isla. Mi tío sugirió que escapara, que viajara por el mundo para mostrar mi nueva gloria. Acepté sin dudarlo, convencido de que este camino me conduciría al cumplimiento de mi destino. Pero antes de partir, sentí la necesidad de despedirme de Atlas. Lo cité en la biblioteca de la Academia Arcana, el lugar donde nuestras vidas se habían entrelazado por primera vez.
La biblioteca estaba llena de recuerdos y significados. Las estanterías de madera oscura se alzaban, imponentes, guardando el conocimiento que había moldeado a generaciones de magos. La luz de la luna se filtraba por los altos ventanales, proyectando sombras danzantes con el susurro del viento. El aroma de los libros viejos y el eco de nuestras risas pasadas llenaban el aire.
Esperé en silencio hasta que Atlas llegó.
Cuando Atlas apareció, su rostro estaba marcado por una mezcla de preocupación y confusión. Caminó hacia mí, sus pasos resonando en el suelo de mármol, sus ojos fijos en los míos con una intensidad que me hizo apartar la mirada.
—Apolo, ¿Qué está pasando? — preguntó, su voz baja y cargada de una inquietud que se reflejaba en sus ojos —. Toda tu familia... la masacre... y tú aquí, como si nada.
Sentí un nudo en la garganta, pero intenté mantener mi compostura. El peso de su mirada era como una carga aplastante, un reflejo de la incomprensión y el juicio que sentía de todos.
—Atlas, — dije, mi voz apenas un susurro —, tienes que entender, lo que hice fue... necesario —. Mi visión de grandeza era algo que nadie parecía comprender. El precio que pagué, la desesperación que me llevó hasta el borde, todo se fundía en una sola idea. —Fue la única salida que vi. —Mi tono se quebró ligeramente, revelando la fragilidad que intentaba ocultar.
—¿La única salida? — repitió Atlas, su voz subiendo de tono con una incredulidad que cortaba como una navaja —. ¿Cómo puedes hablar de grandeza con todo lo que ha sucedido? — Su frustración se hizo palpable, casi tangible en el aire entre nosotros —. ¡Están muertos, Apolo! Toda tu familia... ¿y tú estás aquí, tan tranquilo?
—No lo entiendes, — respondí, mi voz cargada de un desespero creciente —. No puedes verlo como yo —. La desesperación de mi situación era algo que parecía incomprensible para él. Sentía que todo a mi alrededor se desmoronaba, y la incomprensión de Atlas solo aumentaba —. Esta era la única forma de alcanzar lo que siempre soñé.
—¿Alcanzar qué, Apolo? - Atlas levantó las manos en un gesto de exasperación —. ¿Un poder que viene con la sangre de los inocentes? — Sus palabras eran como golpes, cada una más contundente que la anterior —. Siempre se trata de ti, de tu sueño. Nunca piensas en los demás, en lo que sienten o necesitan —. Sus ojos brillaban con una mezcla de ira y tristeza -. Siempre ha sido así contigo, desde que te conocí.
—¿Y qué sabes tú de la vida, Atlas? — repliqué con amargura, la ira mezclándose con mi desesperación —. Todo el mundo habla de tu grandeza y futuro, como el mejor mago arcano de la isla. — Mi voz se elevó, cargada de una envidia que no podía contener —. Nunca has vivido con desprecio, nunca has sentido el peso del fracaso y la desesperación que yo he llevado. Tú no sabes nada de mí, no tienes ni idea de lo que he pasado. ¿Acaso eras tú quien se estaba quedando ciego? No, claro que no... dependo de mis ojos, sin ellos no soy nada. — La amargura se desbordaba en mis palabras, como un veneno que se derramaba.
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Order of the Black Hand
FantasyEn un mundo de constante cambio, una secreta fraternidad de hechiceros, guerreros y sabios se dedica a mantener el equilibrio en un universo propenso al caos.