Los Ojos del Señor 2/4

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SEGUNDA PARTE

Mis días en la Arcane Academy se habían convertido en una rutina de constante desafío y aprendizaje. Atlas y yo nos habíamos convertido en una dupla inseparable. Su magia era tan potente como enigmática, y su presencia, una fuente de tranquilidad en un mundo lleno de expectativas y competencia. Sin embargo, a pesar de su talento, la sociedad seguía viéndolo como un intruso. Esa discriminación, a veces sutil, otras veces flagrante, me enfurecía, pero Atlas, con su inquebrantable calma, parecía no inmutarse.

Una tarde, mientras practicábamos en la arena de entrenamiento, un grupo de estudiantes nos rodearon, murmurando entre ellos. Había un brillo de desafío en sus ojos, una chispa de competitividad que era imposible de ignorar. Uno de ellos, un joven arrogante llamado Darian, se adelantó, con una sonrisa llena de desdén.

-Así que este es el famoso Atlas - dijo Darian, su tono cargado de burla -. El prodigio sin linaje. Me pregunto cuánto de su talento es real y cuánto es solo un truco barato.

Atlas, sin levantar la mirada de su libro, simplemente respondió:-El verdadero poder no necesita demostración.

La provocación encendió la chispa de un duelo inevitable. Darian desenvainó su vara mágica, y en un instante, el aire se llenó de electricidad. La audiencia contenía la respiración, expectante. Atlas, con una serenidad casi desconcertante, se levantó y se enfrentó a él.

El duelo comenzó con un estallido de energía. Darian lanzó una ráfaga de electricidad que parecía consumir todo a su paso. Atlas, con un movimiento de sus manos, levantó una barrera de luz que absorbió el ataque sin esfuerzo. La audiencia solo soltó un ¡Wow!, maravillada por la maestría de Atlas.

-¿Eso es todo lo que tienes? -preguntó Atlas, su voz tan fría como el hielo que comenzó a formarse a su alrededor.

Darian, furioso, desató un torrente de ataques, desde rayos fulgurantes hasta espinas de hielo. Cada uno fue neutralizado por Atlas con una facilidad. Era como si estuviera jugando con un niño que no conocía las reglas del juego.

Finalmente, Darian, exhausto y humillado, cayó de rodillas. La arena se quedó en silencio, solo rota por el sonido de su respiración agitada. Atlas, sin un atisbo de arrogancia, simplemente se dio la vuelta y regresó a su posición inicial, retomando su lectura.

Aquel duelo fue un punto de inflexión. La percepción de Atlas cambió, aunque no de inmediato, y la admiración por su talento comenzó a superar el prejuicio hacia su origen. Por mi parte, no podía evitar sentir un orgullo silencioso por él. Había demostrado que no necesitaba atacar pagar una pelea, solo debía resistir sus ataques.

Los años siguientes en la academia fueron testigos de nuestra evolución como magos. Atlas y yo nos empujamos mutuamente a ser mejores, a explorar los límites de nuestras habilidades. Nuestras prácticas se volvieron más intensas, nuestras metas más altas. La graduación llegó con honores y reconocimientos, y fuimos aclamados como los magos más poderosos de nuestra generación.

Al servicio de la Orden Arcana, nuestras misiones nos llevaron a lugares insospechados, enfrentando horrores que solo habíamos leído en los libros más oscuros. Pero aquella misión nos condujo más allá de nuestros temores. Nos encomendaron detener a un ser infernal, un Parca, cuyo rastro de destrucción había dejado miles de cadáveres y la caída de un reino.

Cuando llegamos, encontramos un paisaje de pesadilla. Las ruinas de un antiguo reino se extendían ante nosotros, sumidas en un silencio sepulcral. Paredes derruidas se alzaban como sombras de un pasado olvidado, y el viento ululaba entre las piedras, llevando consigo un olor rancio a muerte y desolación. Cada paso crujía bajo nuestros pies, como si las almas de los caídos susurraran advertencias.

Order of the Black HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora