CAPITULO 8

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Viernes, 19 de febrero

— Bien. — David se sentó justo enfrente del escritorio de su jefa sosteniendo unos cuantos periódicos en sus brazos. — Veinticuatro días no es un mes.

Lauren ni se molestó en levantarla vista, sólo suspiró y extendió la mano.— ¿Qué? — preguntó con una voz que se situaba en algún lugar entre la decepción y la sorpresa.

— Te — dejó caer una copia del Washington Post en el escritorio delante de Lauren

— Lo — Lo siguiente que dejó caer fue el New York Times — dije — A continuación Los Ángeles Times. Finalmente dejó caer de golpe el resto de periódicos que cargaba.

Lauren buscó entre ellos hasta que encontró The Columbus Dispatch.— Oh mira. Están intentando adivinar que causó la explosión en la fábrica de pólvora. —Soltó un profundo suspiro. Se mordió los labios mientras se rascaba la cabeza con un dedo en gesto pensativo — ¿Podría haber sido... Ohh, no lo sé... la pólvora?

— La mitad superior de la portada, Sra. Listilla. —David desplegó el periódico y apuntó con el dedo y con la barbilla.

Lauren dio un pequeño recorrido por la página en cuestión— Ah, ¿Te refieres a esa pequeñita columna, de apenas dos centímetros de larga, que anuncia que ha sido contratada una biógrafa? —resopló— Pues qué bien.

— Esa columna es amable contigo porque es un periódico de tu ciudad y lo sabes. El New York Post te está comparando con Bill Clinton y quiere saber si tú y Camila están jugando a las casitas en la Casa Blanca.

Ella sonrió pícaramente— No, pero podías llamar a la Asociación Médica Americana y hacerles saber que no me importaría jugar a la doctora con... — Lauren se mordió la lengua y miró al sorprendido David, que prácticamente tenía los ojos fuera de las órbitas.— No has oído nada. —Le dijo amenazándole con el dedo.— ¡Yo no he dicho eso!

— ¡Oh, sí que lo he oído! ¡Y... sí que lo has dicho! —Nerviosamente se ajustó la corbata. Esto no era bueno, de hecho, era muy malo.— Laureeeeeen — pronunció su nombre amenazadoramente.

— ¿Qué pasó con Sra. Presidenta? Dios, incluso prefería Wonder Woman a ese Laureeeeeen —Lauren imitó su tono de preocupación perfectamente.

— ¿Qué me estás diciendo con esto?

Su voz era tranquila, y Lauren se sintió como un niño pillado con las manos dentro de la caja de galletas— Nada, lo juro. —en vez de cruzar los dedos cruzó su corazón.— No está pasando nada; no va a pasar nada. —Lauren frunció el ceño, incapaz de controlar cómo se sentía ante esa posibilidad.— Ella está escribiendo un libro, y yo soy la protagonista de ese libro. Final de la historia.

— Yo creo que no te quejas demasiado. —David apartó la taza de café que había delante de Lauren y se inclinó sobre la Presidenta.— Algo está pasando entre tú y Camila Cabello, ¿verdad?

— No. —ella le miró firmemente.

Él estudió su cara. Le estaba diciendo la verdad, más o menos.— ¿Quieres que pase algo entre tú y Camila Cabello? —David preguntó, eligiendo cuidadosamente las palabras para que no se pudiera escapar.

Los ojos de Lauren se abrieron como platos. Ella no esperaba esa pregunta. Maldito seas, David.— No. —Después sacudió la cabeza, sabiendo que eso era una mentira de las gordas.— Quiero decir, sí — pero eso tampoco era del todo cierto— Mierda, quiero decir... "tal vez" — Dios hablo como una Demócrata. — No lo sé, David.

La mirada de David se suavizó al observar la confusión y la angustia en la cara de su amiga. Se reclinó un poco, sentándose sobre el borde de la mesa mientras esperaba que Lauren continuara.

SEÑORA PRESIDENTA - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora