CAPITULO 15

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Abril de 2021. Domingo, 4 de abril.

— ¿Por qué estás tan triste amiga? —David se inclinó sobre el tablero de ajedrez, preguntándose por qué siempre caía en el mismo gambito.

— Oh, no lo sé —suspiró Lauren bebiendo un trago de brandy. Se reclinó sobre el sillón y miró pensativamente cómo David intentaba escaparse de esa jugada...otra vez. ¿Nunca aprendería?

Estaban en el despacho que tenía Lauren en la residencia privada de la Casa Blanca. Era una habitación acogedora que Lauren había transformado en una sala de juegos para la familia. A los niños le encantaba. En esta fría noche de primavera, sus hijos estaban profundamente dormidos como lo estaría, según sospechaba Lauren, casi todo el mundo que no tuviera insomnio. La mujer de David estaba fuera de la ciudad visitando a unos familiares, y su viejo colega estaba apalancado en sus estancias porque no quería volver a su solitaria casa.

— Tú solo bebes cuando tienes problemas de mujeres —dijo David casualmente, sin dejar de mirar el tablero. Lauren miró en su vaso y gruñó.

— Es brandy, por el amor de Dios. Y de verdad que no tengo problemas de mujeres. No hay mujeres, no hay problemas.

— Bien, me alegro de oír eso —Allá vamos —. Porque adivina quién está en la ciudad esta semana.

— ¿El Emperador de Japón?

— Nooooooooooo... —Lauren movió el rey.

La presidenta se inclinó e hizo un movimiento que permitiría que la partida continuara siempre y cuando David no hiciera nada estúpido. No estaba preparada para quedarse sola todavía.

— ¿El Rey de Inglaterra?

— Nooooo... —Sus cejas se levantaron a la vez. ¿Por qué no fue a matarme rápidamente? — Piensa menos políticamente. Es más, ummm, de tu tipo.

— ¿Mi tipo? —Lauren se golpeó en las piernas — David, yo no tengo ningún tipo.

Él se reclinó sobre su asiento, después de hacer su movimiento, y le dirigió a su amiga su mejor mirada fraternal.

— Sí, lo se. Y es hora de que cambiemos eso. Lauren miró hacia su compañero.

— David, por favor, no me digas que has hecho algo increíblemente estúpido como...

— Te he concertado una cita.

Una cabeza oscura cayó.

— ¡Oh, Dios! —Lauren dejó su vaso en la mesa de al lado. Su grueso cristal hizo que sonara muy fuerte. Acto seguido cambió totalmente y muy irritada levantó la cara de nuevo— ¿No es mi vida lo suficientemente complicada sin tenerte concertándome citas? La mitad de los EEUU y un príncipe árabe idiota, piensan que me estoy acostando con Camila.

— Pero como no lo estás haciendo —Dijo David sensiblemente— no hay razón por la que no podrías salir con Candy Delaney.

Lauren empezó a atragantarse con la bebida, haciendo una mueca de dolor cuando el fuerte licor le salió por la nariz. Se tapó la boca con un puño e intentó volver a respirar por la nariz.

— Sorpresa.

Cuando, finalmente, Lauren pudo hablar, gritó apagadamente.

— ¿Quieres decir que me has concertado una cita con "Ven y toma un trozo de Candy Delaney"? Jesús, David, ¿Por qué no mejor me has citado con una prostituta y llamas a la prensa para que saque fotos?

David se mordió el interior de sus carrillos. Estaba empezando a pensar que la única persona que podía satisfacer a Lauren no era otra que Camila Cabello.

— Tengo que hacerte saber que esa Candy Delaney, es ahora la doctora Candice Delaney, y está en la ciudad asistiendo a una conferencia de Cirugía General.

— Bueno, ella tuvo bastante de eso en la universidad. Debería ser una experta ahora.

— Laureeeeeeeeeeen... —Pero no pudo evitar soltar una carcajada

— ¡Sabes que odio que me arreglen citas!

— Te arreglé una cita con Samantha, Lauren.

— Oh, sí —hizo un gesto mientras se desplomaba de nuevo sobre su asiento— Pero nunca volverás a tener esa suerte de nuevo. Y todavía no quiero quedar con nadie.

— ¡Vamos! ¡Estás siendo ridícula!

— ¡No voy a salir con Candy "prueba mi relleno de crema" Delaney! —se inclinó hacia delante y perezosamente movió el alfil— Jaque mate.

— Tienes razón. No vas a salir. Eres la Presidenta de los Estados Unidos, por el amor de dios.

Lauren resopló.

— Lo has recordado justo a tiempo.

— Es ella la que va a venir aquí. El viernes por la noche, a las siete en punto. Pensé en una agradable cena en la residencia. Quizás veáis una película después, o una excursión por...

— Tú te crees un director de cine, ¿o qué?

— Ella, no sólo no va a estar por aquí el viernes, sino que también tiene una cita —dijo David tranquilamente. Sabía que esas palabras le dolerían, pero no tenía ningún sentido que Lauren se siguiera quejando.

Lauren no tenía que preguntar a quién se refería con ese "ella". Liza había estado prácticamente sonriendo por eso toda la semana. La asistenta personal de la Presidenta, le había contado a todo el mundo que Camila había aceptado salir con su pariente favorito, Casey Dennis.

— Gracias por recordármelo, compañero. Ya casi me había olvidado de ello —Murmuró sarcástica. ¿Y dónde está ese maldito reporte del FBI que ordené sobre ese pariente de Liza? ¡Lo he estado pidiendo durante horas!

David hizo un gesto hacia el tablero de ajedrez y levantó las manos en señal de rendición.

Lauren pensó en Camila cenando y tomando vino, pasando una íntima velada con otra persona. A lo mejor se cogían de la mano o... Dios ¿Y si él la besa? ¿O si ella lo besa a él? Y qué si eso lleva a... no, no no. ¡No voy a pensar en eso! ¡No lo haré! Su cara estaba llena de rabia y lanzó por toda la habitación el rey de David al golpearlo con su alfil.

Los dos pares de ojos siguieron al rey, viendo como la blanca pieza de madera surcaba el aire y aterrizaba en la chimenea encendida. Enseguida empezó a arder, y David tragó saliva asustado.

— Oh, sí, amiga. Qué suerte tienes de no ser celosa.

SEÑORA PRESIDENTA - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora