CAPITULO 5

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Lunes, 25 de enero

Lauren se había acostumbrado al grupo de gente que siempre parecía estar detrás de ella donde quiera que estuviera. Era como ser Gobernadora pero elevado a la décima potencia. Afortunadamente, hacía tiempo que había aprendido a escuchar a varias personas a la vez. Ahora, si alguien pudiera conseguirme un plato de ternera con maíz y centeno sin tener que volver de Ohio después, sería una mujer feliz.

— Tienes una reunión con la Secretaria de Energía a las tres y media. — le dijo Lizza Dennis, su nueva secretaria, mientras le daba otra carpeta. Lizza era joven y un poco más alta que Lauren. Era delgada, tenía el pelo castaño y rizado y unas encías que dejaba ver demasiado cuando sonreía. Ella estaba salvando la vida de Lauren llevándola al sitio donde tenía que estar con bastante puntualidad.

Lauren había aprendido a no llevar reloj al principio de su carrera política. La gente se sentía incomoda ante el gesto de mirar continuamente el reloj, lo que se solía hacer bastante a menudo cuando se llevaba uno. — ¿Qué hora es? — Lauren miró la puerta del Despacho Oval, la cual parecía hacerse más grande a cada paso. Esperaba poder llegar dentro antes de que alguien declarara una guerra.

— La una y cuarto, Sra. Presidenta.

— Recuérdame lo de la cita a las tres y cuarto.

— Sí, señora. Tiene una cita ahora también. Con Camila Cabello.

La Presidenta se paró repentinamente girando sobre sus talones para ver a la joven muchacha que casi choca contra ella. — ¿Es hoy?

—Sí, señora. Fue fijada para la una en punto.

Lauren hizo una mueca, y de pronto se interesó mucho por su aspecto— Maldita sea. —Se observó rápidamente estirando la chaqueta y abrochándose unos bonitos botones de ébano— ¿Cómo estoy? ¿Estoy bien?

La mente de la joven mujer se sorprendió ante el repentino cambio de tema— Umm... por supuesto. —afirmó— Quiero decir... Sí, señora. Está bien.

—De acuerdo. —Le devolvió las carpetas a Lizza y después se metió las manos en los bolsillos, reprendiéndose a sí misma por su nerviosismo— ¿Cuánto tiempo tengo aún para la reunión?

—Media hora, señora.

Lauren se mordió el labio. Eso no iba a ser suficiente— Retrásalo todo un poco y dame una hora para esto. Voy a necesitarla.

—Sí, señora. —Lizza abrió su cuaderno de notas. Este era sólo su segundo día, y ya se había dado cuenta que la Presidenta iba a necesitar en su agenda tiempo muerto para poder aplicarlo a lo que más falta hiciera...— Eso significa que no volverá a la residencia hasta un poco después de las siete y media.

—Si tengo suerte. —añadió mientras se paraba frente a la puerta de su despacho y esperaba a que un hombre vestido inmaculadamente la dejara entrar. Ella se preguntó si alguna vez se acostumbraría a la gente cuyo único trabajo parecía ser abrirle las puertas. Muy bien, no hay nada por lo que estar nerviosa. Respetas su trabajo. Está bien... Te encanta su trabajo. ¿Y qué? Ya has conocido a gente triunfadora antes. Lauren soltó un suspiro. Era experta en esconder cómo se sentía— Estaré lista para irnos en una hora. —Se volvió y cogió a Lizza del brazo— Hazme un favor y tráeme un sándwich de ternera ¿vale? La comida que nos han servido en esa comida formal no era ni siquiera comestible...

—Ahora mismo. ¿Y qué hay sobre...? —Lizza señaló hacia la puerta.

—Oh, sí. —¿Dónde están mis modales?— Espera un momento. —Lauren cuadró sus hombros y entró al Despacho Oval, dejando de lado la inmediata emoción que sintió al entrar en la habitación. Eso sucedió cuando la mujer vio por primera vez a Camila Cabello. Wow. Guapa es poco. Lauren mentalmente corrigió su valoración de Camila, basada en las fotos. Preciosa. Lauren carraspeó y la escritora se giró, clavando unos hermosos ojos marrones en la cara de Lauren. Los labios de esta enseguida dibujaron una sonrisa, y saludó a Camila calurosamente— Hola. He estado deseando conocerte durante mucho tiempo. Estaré enseguida contigo, te lo prometo. Sólo me estoy asegurando de tener el suficiente sustento para no desmayarme. —Paró de hablar y tomó aire. De acuerdo. Yo, normalmente, no hablo tan rápido. — ¿Te apetece un sándwich?

SEÑORA PRESIDENTA - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora