CAPITULO 6

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Martes, 26 de enero

La reunión de cada mañana con el personal estaba a punto de finalizar cuando Lauren recordó algo muy importante— Se me olvidaba. Ayer por la tarde conocí a Camila Cabello, y de ahora en adelante ella asistirá a estas reuniones. Para aquellos que no lo saben aún... —todas las personas de la sala miraron al suelo disimulando y Lauren suspiró medio decepcionada, pero no sorprendida— De acuerdo, son unos chismosos y ya lo sabían, pero se los explicaré de todos modos. La Srta. Cabello va a escribir todo lo que suceda aquí y además se va a mudar a la residencia hoy mismo. ¿Verdad Michael? —Lauren arqueó desafiante mente la ceja en dirección a Michael Oaks, el cual afirmó resignadamente.

Él había intentado disuadir a la Presidenta, pero esa mujer cabezota no estaba por la labor. Había algo en Camila Cabello que no le gustaba. No sólo había declinado arrogantemente su oferta en Tenesse, sino que le había dicho algo a Lauren que había hecho que la Presidenta pusiera en cuestión sus procedimientos. A parte, lo que fuera que le dijo, había enfadado tanto a Lauren que había hecho que transfirieran al agente del Servicio Secreto.

Lauren tomó un último trago de su café y depositó la taza en su platillo de porcelana— La Srta. Cabello empezará su trabajo hoy mismo. Cuenta con todos los privilegios y total acceso. Por favor, trátenla bien —La última parte del discurso fue pronunciada medio en broma, pero nadie de la habitación dudaba de la sinceridad de su petición. La Presidenta miró a su equipo— ¿Algo más?

El jefe de personal observó varias caras de la sala. Algunas eran nuevas tanto para él como para Lauren, en cambio otros eran amigos leales.

— Deberíamos anunciar que la Srta. Cabello ha sido contratada para escribir sus memorias. —anunció firmemente la Secretaria de Prensa, Sharon Allen, mientras abría su cuaderno y anotaba unas cuantas ideas. El hecho de que no pareciera muy contenta no se le escapó a Lauren. No era debido a que Camila no estuviera cualificada. Es verdad que era muy joven, pero, a pesar de eso, su trabajo era muy respetado. Su desacuerdo se debía al hecho de que tuviera que vivir en la residencia. La Secretaria de Prensa Allen empezó a sentirse mareada por un sinfín de horribles situaciones que le venían a la cabeza. Alguien un poco más mayor y más gordo habría sido una elección más segura.

— Ooo... Tengo 38 años, no 88. Y esto me hace sentir tan vieja como las montañas. —Lauren se hundió en el sillón, arrepintiéndose de haber elegido una falda en lugar de pantalones— Y el hecho de que vayan a escribir una biografía es una señal de ello. —Le dirigió a la Secretaria de Prensa una mirada suplicante.

La habitación se llenó de risas, y Jane, que estaba apoyada sobre la pared sacudió la cabeza. Lauren, a veces, era como un grano en el culo. Que Dios la bendiga

— Vamos a llamarlo biografía y no memorias, Sharon. No estoy preparada para tener canas todavía.

Todos se levantaron cuando la Presidenta empezó a desfilar por la sala, dispuesta a empezar su atareado día. La puerta se cerró, dejando atrás a Lauren, Liza y el Jefe de Personal. David miró a la joven mujer y silenciosamente le pidió un momento a solas con la jefa

David sonrió cuando ella consultó el reloj. Lauren tenía un desayuno con varios miembros de los partidos Demócrata y Republicano, incluido el ultraconservador Portavoz de la Casa. Casi sentía pena por ella. Tendría el gran placer de reunirse con dos grupos que la criticaban y desconfiaban de ella. Lauren siempre había pensado que la vida habría sido más fácil si ella hubiera permanecido en el partido Demócrata.

Liza salió del despacho tranquilamente.

— Señora Presidenta. 

— Tengo que decirte que creo que tener a la Srta. Cabello viviendo en la residencia va a causarte problemas, Lauren. Una vez la prensa se entere de eso, la van a convertir en algo más que una empleada contratada para escribir un libro.

SEÑORA PRESIDENTA - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora