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El celular de Jake vibraba sin parar durante la clase de matemáticas, pero lo ignoró, pensando que era alguna notificación sin importancia. Sin embargo, cuando finalmente salió al pasillo y vio las numerosas llamadas perdidas de la madre de Heeseung, el pánico se apoderó de él. Marcó el número con manos temblorosas y su corazón se hundió al escuchar la voz angustiada al otro lado de la línea.

—Jake, Heeseung está en el hospital. Encontré a mi hijo desmayado en el piso de su habitación. Necesito que vengas ahora—  dijo la madre de Heeseung, su voz rota por el llanto.

Sin perder un segundo, Jake salió corriendo del instituto, su mente en blanco excepto por la urgencia de llegar al hospital. Cada paso que daba se sentía como una eternidad. Al llegar, buscó frenéticamente la habitación de Heeseung, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Cuando finalmente encontró a la madre de Heeseung en el pasillo, ella estaba hablando con el médico, tratando de entender lo que había pasado. Jake se acercó y, sin esperar a que ella terminara, se apresuró a entrar en la habitación de su amigo.

Allí estaba Heeseung, inconsciente en la camilla. La visión de su mejor amigo en ese estado le rompió el corazón en mil pedazos. Jake notó de inmediato las marcas de autolesiones en los brazos de Heeseung, líneas rojas y cicatrices que se cruzaban sobre su piel pálida. También vio la desnutrición evidente que hasta ahora no había percibido, oculta bajo la ropa holgada que Heeseung solía usar.

Jake se acercó lentamente, sintiéndose impotente y culpable. "¿Cómo no lo noté?" se preguntó a sí mismo, la culpa quemando en su pecho. Siempre había sabido que Heeseung estaba pasando por momentos difíciles, pero nunca había imaginado la profundidad del dolor que su amigo estaba soportando en silencio.

Mientras se sentaba al lado de la cama, tomó la mano de Heeseung entre las suyas, con lágrimas comenzando a llenar sus ojos. —Lo siento tanto, Hee. No sabía cuánto estabas sufriendo. Debería haber estado más atento, debería haberte ayudado— susurró, su voz quebrada por la emoción.

En ese momento, la madre de Heeseung y el médico entraron en la habitación. La madre de Heeseung, con los ojos rojos de tanto llorar, se acercó a Jake y le puso una mano en el hombro. —Jake, no es tu culpa. Heeseung ha estado ocultando su dolor durante mucho tiempo. Nadie podía saberlo si él no lo decía— dijo, su voz temblando.

El médico, un hombre de mediana edad con una expresión seria, se acercó a la cama. —Heeseung está en una condición crítica debido a la desnutrición y las heridas autoinfligidas. Vamos a hacer todo lo posible para estabilizarlo, pero necesitará mucho apoyo emocional y médico para recuperarse— explicó.

Al día siguiente, Heeseung se despertó en la fría habitación del hospital, con el sol de la mañana filtrándose por las cortinas. A su lado, Jake estaba dormido en una incómoda silla, su cabeza inclinada en una posición poco natural. El ver a su amigo allí, incluso después de todo, le dio a Heeseung una mezcla de consuelo y culpa.

Unas horas más tarde, los médicos llegaron con los resultados de los exámenes de Heeseung. El diagnóstico era serio: anemia, depresión, ansiedad, trastorno de conducta alimentaria (TCA), apego ansioso y una fuerte dependencia emocional en Jake. La gravedad de su situación se hizo evidente, y aunque Jake trató de mantenerse fuerte, Heeseung pudo ver el dolor y la preocupación en sus ojos.

Esa misma mañana, Heeseung tuvo su primera cita con una psicóloga, la Dra. Kim. Entró en la oficina nervioso, sin saber qué esperar. La Dra. Kim lo recibió con una cálida sonrisa, invitándolo a sentarse.

—Heeseung, estoy aquí para ayudarte— dijo con una voz suave. —Este es un lugar seguro donde puedes hablar de lo que sientes, sin ser juzgado.

Al principio, Heeseung dudó, pero poco a poco comenzó a hablar. Empezó con lo más superficial: la presión académica, la relación con su familia, y finalmente, sus sentimientos hacia Jake. A medida que hablaba, las palabras salieron de su boca con más facilidad. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras desenterraba pensamientos y emociones que había mantenido ocultos durante tanto tiempo.

—Heeseung, has pasado por mucho— dijo la Dra. Kim con empatía. —Es importante que sepas que no estás solo y que hay formas de superar esto.

La Dra. Kim le explicó su diagnóstico: ansiedad, depresión, trastorno de conducta alimentaria, apego ansioso y dependencia emocional en Jake. Aunque el diagnóstico era abrumador, también era un primer paso hacia la recuperación.

—Heeseung, vamos a trabajar juntos para que puedas manejar estos problemas. Te recetaremos algunos medicamentos para la depresión y la ansiedad, y tendrás citas regulares conmigo para trabajar en tu salud mental— dijo la Dra. Kim. —También quiero darte algunos consejos para que puedas empezar a superar tus sentimientos hacia Jake.

La psicóloga le dio una lista de consejos para enfrentar su amor no correspondido hacia Jake:

1.Aceptar la situación: Entender que los sentimientos no siempre son recíprocos y que eso está bien.

2.Dejar de autoculparse: Reconocer que no es culpa suya que Jake no sienta lo mismo.

3.No reprimir sus sentimientos: Permitir que sus emociones fluyan en lugar de esconderlas.

4.Centrarse en uno mismo: Desarrollar hobbies y actividades que le hagan feliz.

5.Distanciarse: Poner cierta distancia emocional para sanar.

6.Dejar de idealizarlo: Ver a Jake como una persona con defectos y virtudes, no como alguien perfecto.

7.No verlo como algo negativo: Considerar esta experiencia como una oportunidad para crecer.

—Heeseung, esto no será fácil— advirtió la Dra. Kim. —Pero con esfuerzo y apoyo, puedes superar esto. El amor no correspondido puede ser una experiencia dolorosa, pero también puede enseñarnos mucho sobre nosotros mismos.

Después de la sesión, Jake lo estaba esperando afuera. Heeseung le sonrió débilmente y le contó lo que había sucedido durante la sesión, obvio saltándose la parte en la que hablo de él. Jake lo escuchó atentamente, su preocupación evidente en sus ojos.

—Voy a estar aquí para ti, Hee— dijo Jake, abrazándolo con fuerza. —Vamos a superar esto juntos.

Heeseung asintió, sintiéndose abrumado pero también un poco aliviado.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora