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Heeseung había sido dado de alta hace algunos días, y la adaptación a la vida fuera del hospital fue un proceso complicado. Aunque su cuerpo aún se estaba recuperando, su mente estaba en constante batalla. Jake, fiel a su promesa, decidió monitorearlo en todo momento, especialmente su alimentación. Sabía que Heeseung necesitaba apoyo y estaba decidido a brindárselo de todas las formas posibles.

Cada comida se convirtió en un ritual de cuidado. Si Jake no podía estar físicamente con Heeseung, hacían videollamadas. Jake se quedaba minutos de más hablando de cualquier cosa, desde las clases hasta historias tontas del pasado, asegurándose de que Heeseung comiera bien. Aunque Jake no comprendía completamente por qué su amigo había tratado tan mal a su cuerpo, estaba decidido a ayudarlo a sanar.

Durante estos días, Heeseung se mostró más cariñoso que nunca. Los abrazos se prolongaban, las palabras de agradecimiento eran constantes, y los gestos de afecto eran más frecuentes. Esta nueva dinámica dificultaba aún más el primer paso para superar su amor unilateral: aceptar la situación. En el corazón de Heeseung aún ardía la esperanza de que algún día, Jake pudiera sentir lo mismo por él.

Heeseung se encontró cuestionando constantemente sus propias acciones y pensamientos. Se preguntaba si tal vez, si recuperaba su salud más rápido, si se volvía más fuerte y atractivo, Jake podría verlo de una manera diferente. Empezó a creer que si dejaba de estar enfermo, Jake podría desear besarlo a él y no a alguien más. La imagen de Sunghoon, siempre presente en su mente, lo impulsaba a mejorar. Sunghoon, con su apariencia perfecta y su salud evidente, tenía todo lo que Heeseung deseaba, incluido algo que él había soñado y anhelado durante dos años: un beso de Jake.

Un día, buscando distraerse de sus pensamientos, Heeseung decidió ir a un parque cercano. Era un lugar especial para él, lleno de recuerdos con Jake. Caminaba por los senderos, tratando de encontrar algo de paz, cuando de repente, se detuvo en seco. Allí, en el banco donde él y Jake solían sentarse, vio a Jake y Sunghoon. Estaban besándose.

El corazón de Heeseung se hizo añicos en ese instante. Sintió como si todo el aire hubiera sido arrancado de sus pulmones. No solo le dolía ver a Jake besando a alguien más, sino que lo que más le destrozaba era que ese parque, ese banco, era su lugar especial con Jake, no con Sunghoon. Era Heeseung quien debería estar allí, no Sunghoon. Era Heeseung quien debería ser el dueño del corazón de Jake.

Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras se alejaba del parque, incapaz de soportar la escena por más tiempo. Cada paso que daba era una mezcla de dolor y liberación. Aunque su corazón se rompía, sabía que había presenciado lo que necesitaba para empezar a aceptar la situación.

Esa noche, en su habitación, Heeseung se permitió llorar hasta quedarse sin fuerzas. Aceptar la situación no significaba que el dolor desapareciera de inmediato, pero era un primer paso necesario para sanar. Entendió que su amor por Jake nunca sería correspondido de la manera que él deseaba, y por doloroso que fuera, debía dejarlo ir.

Debía aceptar la realidad, Jake no lo amaba, no de la manera en la que Heeseung lo amaba.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora