Capítulo 6.

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Delaney se despertó de a poco. Al abrir los ojos se topó con el techo de la habitación en la que se encontraba. Sintió algo en su cuello y lo tocó despacio.

Tela.

Sentía un ardor punzante en esa zona. Se levantó finalmente viendo en donde estaba. El castillo de Lady Dimitrescu.

Se bajó de la cama y salió del cuarto para ir al jardín. De todo el castillo ese era el lugar preferido de la joven. Cada que llegaba, siempre se aseguraba de cerrar las puertas para que el frío no entrara y afectara a las hijas de la dama.

Se sentó sobre la nieve helada mientras sentía como sus articulaciones se entumecían por la alta temperatura, y también por la poca ropa que llevaba.

Solo llevaba puesto un camisón extremadamente largo. Esa cosa podía ser perfectamente una camisa para Alcina.

Cerró los ojos y se dejó caer sobre la nieve completamente. Sentir lo helado de la nieve en todo su cuerpo solo le recordaba al día en el que Miranda la encontró. No recordaba muy bien como fue que la dejaron ahí exactamente, pero, amaba los días nevados solo por ese hecho.

Conoció a un ángel. Pero ella siempre tuvo algo en mente, y nunca pensó que podía llegar a ser verdad, el diablo tiene una cara bonita. 

-¿Qué estás haciendo aquí?

Abrió sus ojos de golpe al escuchar esa voz.

-¿Qué quieres ahora?-Preguntó fijando su vista en el cielo nublado.

-Fui a buscarte a la habitación y no estabas, por un momento pensé que te habías ido.

Sintió un peso un poco más arriba de ella. Arqueó la cabeza para ver a Alcina sentada detrás de ella.

-¿Te duele todavía?-Preguntó Alcina acariciando el cuello de la joven provocándole un escalofrío.

-A-aún duele.-Dijo apartando su mano, se sentó y se dio la vuelta para ver bien a la matriarca.

Un silencio incomodo se presentó ante ambas, la joven miraba fijamente la nieve, mientras que Alcina no le quitaba la mirada de encima. 

La joven se levantó de la nieve con un salto y se estiró. 

-Deberías de entrar, está haciendo frío y no es buena idea que estés aquí mucho tiempo con ese tipo de ropa.-Dijo la joven refiriéndose al vestido.

Esta no llevaba ropa invernal, el mismo vestido de siempre, Alcina nunca se había enfermado, al menos no en el tiempo que se llevaban conociendo. La que más se enfermaba en la familia siempre fue Delaney, antes era una niña con las defensas bien abajo, por lo que no había día en el que Miranda tuviera que cuidarla hasta su mejoría.

-Iré a la mansión un rato. Quiero revisar que se puede salvar.-Dijo finalmente mirando a la dama.

-¿Para qué? Está hecha pedazos.

-Tengo unos asuntos pendientes.-Respondió simplemente.

-¿Qué asuntos?-Insistió levantándose del suelo.

-Asuntos personales.-Respondió comenzando a perder la poca paciencia que le quedaba.

-Tus asuntos personales también son los míos.-Dijo.

Delaney le frunció el ceño.

-¿Desde cuándo lo son?-Preguntó.

-Lo han sido desde siempre, me preocupo por ti y lo sabes, eres...importante para mi.-Dijo acariciando la mejilla de la joven, pero esta se alejó de su toque ganándose una mala mirada de la mayor.

Una Jerarca más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora