Capítulo 4.

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Miranda convocó a los Jerarcas para una reunión para discutir la aparición del rubio y lo que harían con él.

Delaney tuvo que arrastrar al rubio por todo el camino hasta la Iglesia, éste comenzó a despertar poco a poco.

-¡O-oye! ¡Suéltame!-Gritó tratando de zafarse.

-Cálmate rubiecito, ya casi llegamos. Madre Miranda estará feliz de verte.

Como el hombre no se callaba, Delaney optó por dejarlo inconsciente de nuevo. Y así lo hizo.

Los demás de sus hermanos ya estaban en la Iglesia a espera de la sacerdotisa. El rubio estaba tumbado en el suelo en medio de todos aún inconsciente. Para el desagrado de la mayoría, aquel espectáculo que a la joven le parecía entretenido, había comenzado a agotarla. Y eso eran las peleas de los dos mayores que en ese momento discutían con ganas.

-¿Que nunca se cansan...?-Preguntó, claramente cansada de los gritos de ambos mayores.

Donna negó con la cabeza mientras soltaba un suspiro.

-¿A qué horas piensa llegar? Me está doliendo la cabeza a horrores...-Se quejó.-Por cierto, ¿Dónde está Angie?-Preguntó.

Donna señaló el cuerpo del rubio, Angie y Moreau se encontraban observando al rubio detenidamente, lo tocaban y reían por su aspecto.

Miranda finalmente apareció parando el escándalo de los mayores. La joven le explicó que el rubio se encontraba haciendo un gran escándalo con el Duque, y le mencionó a la bebé.

-Justamente quería hablarles de ese tema. He encontrado el recipiente perfecto para mi Eva, y este hombre, tal y como Delaney ha dicho, es su padre.

Ninguno se dio cuenta cuando el rubio comenzó a despertar, a puras penas podía mantener los ojos abiertos o mover un músculo.

-¿Qué planeas hacer con él Madre Miranda?-Preguntó la joven.

-Deberías de entregarlo a los Dimitrescu, el mortal no es de utilidad para nadie. Y a mis hijas les encanta jugar con estos forasteros.-Dijo Alcina.

-Ya quisieras que el mortal fuera tuyo, zorra chupa sangre.-Se burló Heisenberg.-Dame el mortal a mi, haré de su vida un infierno total.

-Ninguno de ustedes es apto para su vigilancia.-Dijo Miranda con tono serio. Guardó silencio durante unos segundos hasta que volvió a hablar.-Delaney, estarás a cargo del mortal hasta nuevo aviso.-Dijo señalando a la joven.

-¡Madre Miranda, debo protestar! Es sólo una mocosa, no sabe controlarse ni a si misma, no es una buena idea.

-Pues, esa mocosa te envía el sustento para ti y tus hijas cada seis putos meses.-Dijo Delaney elevando la voz.-Aprende a ser agradecida, ¿o tu orgullo es demasiado grande como para hacer algo tan simple?

La joven se acercó al rubio. -Cuidaré de él Madre Miranda, no la defraudaré.-Dijo volteando a ver a la sacerdotisa.

-Sé que no lo harás.

Con la ayuda de Heisenberg transportaron al rubio hasta la casa de la joven.

-No puedo creerlo.-Murmuró Heisenberg sabiendo que la joven lo escucharía.

-¿Qué no puedes creer?-Preguntó la joven.

-Miranda te tiene más confianza que a nosotros. Es decepcionante.

-No pensé que te importara eso, eres un irrespetuoso con ella. Hasta donde sé, no eres tan devoto que digamos. Además, ha visto como trabajo y ha visto el buen desempeño que tengo como Jerarca.

Una Jerarca más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora