La joven fue a la mansión junto a Lady Beneviento. La mansión era acogedora por dentro y bastante cálida para la joven. Mucho más que su mansión.
-¡Bien! ¡Por fin en casa!-Dijo Angie estirándose.
-Disculpa, Lady Beneviento, ¿Dónde dormiré?-Preguntó la joven lo más educadamente que pudo.
-Arriba, ve, te muestro.-Dijo Angie subiendo las escaleras.
Delaney esperaba la respuesta de la dama, no de la muñeca. Pero se conformó con eso y siguió a Angie escaleras arriba. Esta ya la esperaba de brazos cruzados.
-Este es. El cuarto de Donna está al final del pasillo.-Dijo.
-Gracias, ¿algún lugar prohibido?
-El sótano, el taller y el cuarto de Donna.
-Bien, captado.
Delaney entró al cuarto, era más pequeño que el de ella, guardó sus cosas y se dio un baño, esta vez se quito la máscara, no le gustaba mucho llevarla puesta. Escuchó un sonido en la ventana.
Era un cuervo.
Abrió la ventana, el cuervo tenía una carta en el pico, la joven la tomó y la leyó. Era de Miranda, le decía que sus demás cosas llegarían en dos días. Podía lidiar con eso.
Ya era tarde, se quitó su ropa para estar mucho más cómoda, se recostó en la cama y se durmió.
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A la mañana siguiente, se despertó sintiendo su cuerpo pesado. No sabía que hora era, vio el reloj.
Las seis y media de la mañana.
Se quejó en sus adentros, odiaba levantarse temprano. Trató de volver a dormir pero no lo logró. Se levantó de la cama, fue a ducharse y luego se cambió. Una camisa manga larga, una falda negra corta y botas. (Todas las camisas de Delaney tenían capuchas)
Delaney se puso su máscara y la capucha y salió de la habitación. No había nadie.
"Genial..." Pensó con molestia, ella era la única despierta.
Se le ocurrió cocinar el desayuno para Angie y Beneviento. Y así lo hizo, huevos fritos con tocino, té y tostadas con mermelada.
A las siete con diez de la mañana, Delaney escuchó los pasos característicos de Angie por el pasillo de arriba. Se dio la vuelta para ver a Angie viéndola desde el marco de la puerta.
-Buenos días.-Saludó.-Hice el desayuno, puede venir a comer ya.-Dijo señalando los platos ya servidos en la mesa.
-¡DONNA! ¡VEN A COMER!- Gritó Angie desde la mesa.-¿Tú no vas a comer?-Preguntó.
-No, no tengo hambre.-Dijo.-Por cierto, ¿Qué tanto hace que no baja?
-Miranda llamó.-Dijo mordiendo una tostada.
Unos minutos después, Donna bajó.
-Buenos días.-Saludó la joven.-Será mejor que desayunes, se enfriará.
-¿Y el tuyo?-Preguntó, su voz casi siendo un susurro.
-No tengo hambre.
-Madre Miranda dijo que tienes problemas alimenticios y que por eso no comes.-Dijo con un tono más elevado.
"Hay mierda..."
Maldijo en sus adentros, odiaba que Miranda dijera sus problemas con otras personas. Y peor si era ese.
-Eeeeh...-Trató de decir algo, pero la repentina cercanía de la dama la puso nerviosa, el rostro de Donna estaba a centímetros del de ella. Podía sentir una mirada penetrante detrás de ese velo.
La dama tomó una tostada y se la extendió a la joven quien negó con la cabeza.
Grave error.
Al final, la joven terminó inmovilizada en una silla por las muñecas de la dama. Terminó comiendo dos tostadas y media por petición de la dama.
-Que niña más testaruda...-La escuchó decir.
-Perdón, es que no mucho me entra el apetito.-Dijo la joven apenada.
-Madre Miranda se preocupa mucho por ti, ¿verdad?-Preguntó desatándola.
-Demasiado para mi gusto. Casi no me deja hacer nada.
-Mmm, ya veo. Ella es así, creo.-Dijo la dama en voz baja.
-Lo sé, sé que es una mujer "desalmada" y sin piedad. He sido testigo de eso.-Reveló la joven dándole un sorbo a su taza de té.
-¿Desde cuando estás con ella?-Preguntó la muñeca.
-Pues...dice ella que me encontró en medio de la nada cuando era bebé.
-Entonces, desde que eras bebé.-Dijo Angie.
Se sentía cierta tensión en la sala luego de esa plática. Ninguno de los Jerarcas había recibido tanta atención como Delaney lo había hecho. Donna no iba a mentir si dijera que envidiaba un poco eso de Delaney.
Delaney sí había captado la atención de Miranda de la buena manera, y la sacerdotisa no había experimentado con ella aún. Y nunca la había visto como un experimento más.
En cambio con sus otros hermanos fue completamente diferente.
A todos los vio como simples experimentos fallidos, nada especiales. ¿Por qué con Delaney era diferente?
Lo que no sabían era que no fue tan diferente. Delaney no fue tan querida por Miranda como todos sus hermanos pensaban.
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Una Jerarca más.
AcakLuego de una de las muchas reuniones en la vieja Aldea liderada por la sacerdotisa Madre Miranda, la sacerdotisa se encuentra a una pobre criatura en medio de la nieve. Criatura que lamentablemente, sería la razón de su perdición años después.