Capítulo 7.

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Delaney convivió con los Henderson durante once años. (Perdón por saltarme tanto el tiempo, no sabía que más poner).

Delaney trabajaba en la empresa de Erick Henderson, el hombre que fue a traerla al aeropuerto junto a Maya Henderson, su esposa.

Ambos le mostraron a Delaney el verdadero significado del amor de familia, aunque estos no lo fuera, Delaney llegó a verlos como padres, con los Jerarcas, las cosas eran completamente diferentes, estos siempre en enemistad o habían puras tragedias. Claro, no siempre se puede vivir sin problemas cuando hablamos de la vida. Pero en la familia que tenía todo era siempre problemas.

Hablaba por carta con Donna, quien no había sido informada sobre la mudanza repentina de la joven. Estas hablaban cada fin de semana, Donna enviaba miles de cartas, mientras que Delaney mandaba casi que cinco páginas o más en un solo sobre.

Una mañana de sábado, el teléfono de la casa Henderson sonó. Maya fue quien contestó.

La joven no negaba que no los extrañaba, sobre todo a Donna que fue con quien se hizo más cercana. El tema de esa reunión había pasado a segundo plano y ya no la afectaba mucho como antes.

Una vez Maya cortó la llamada, esta se acercó a la joven que estaba sentada en uno de los sillones.

-Delaney.-Llamó Maya cariñosamente palmeando la cabeza de la joven.

-Dígame jefa.-Dijo mirándola con una sonrisa.

-No me llames así.-Dijo con una risa.-Escucha querida, Miranda acaba de llamar.

La revelación la tomó por sorpresa.

-¿En serio? ¿Qué dijo?

-Quiere que vuelvas a la Villa con ella y tus hermanos.

-Vaya...

Delaney se levantó del sillón y se rascó la nuca nerviosamente.

-No tienes que preocuparte por nosotros querida, estaremos bien.

-Pero...¿Quién va a cuidar de ustedes...?

-Podemos cuidarnos solos, no estamos tan viejos Delaney.

-Pero...-Maya cayó a la joven poniéndole un dedo en los labios.

-Ve con tu familia querida. Puedes venir a visitarnos de vez en cuando.

-Está bien...

Delaney abrazó a Maya con fuerza, no mucha para evitar lastimarla.

-Ten cuidado, ¿sí querida?

-Lo tendré Maya.-Dijo con una sonrisa.

Delaney esperó a que Erick llegara a casa del trabajo para despedirse de él como se merecía. Le fue difícil sacar a Argos de la casa, literalmente tuvo que ponerle una correa para sacarla.

Tuvo que viajar a pie esta vez. No quería subir a un avión y que media multitud le hiciera preguntas por el tamaño de Argos. Se transformó y emprendió viaje hacia la Villa.

Tardó más de una semana en llegar, hizo varias paradas en el camino para comer, hacer sus necesidades y claro, asearse. 

Cuando finalmente pasó la frontera se tomó un buen descanso junto con Argos, la pobre iba con parches negros por las lluvias que habían tenido que pasar. Para su suerte, no se resfriaron, cuidar a Argos de una fiebre no era algo que le gustaría en esos momentos.

En medio camino, Argos comenzó a gruñir molesta.

-Ya casi llegamos Argos, ten paciencia mujer.-Dijo mirándola mal, era la quinta vez que lo repetía.

Una Jerarca más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora