Prisma lanzó una onda de magia que lo lanzó al suelo.
—¿Has perdido la cordura? —Sus dientes se volvieron afilados y sus uñas se transformaron en garras. En aquella pequeña habitación de ladrillos grises y armas no podía transformarse completamente, aunque deseaba hacerlo para arrasar con fuego el mal que ella misma ayudo a forjar.
Rubín se levantó del suelo con elegancia y se acomodó la corona. Los ojos le brillaron de una forma que distaba mucho de ser humana.
—Verás, los magos están obligados a defender el reino. —Sacudió el polvo de sus mangas—. No pueden negarse o la magia los consumiría. Los antepasados de Galem hicieron un trato para poder vivir entre nosotros sin ser considerados una amenaza. ¿Quién diría que siglos después los dejaría en desventaja? Es un sirviente de la corona y obedecerá mis órdenes.
Prisma maldijo. Sabía que los magos habían sellado un trato para conservar su humanidad, a cambio, actuarían como intermediarios entre dragones y humanos. Su vida era eterna, atada por siempre a la soledad y el servicio.
—No te atreverías.
Rubín caminó hacia ella y apoyó la mano en su cuello, lo apretó ligeramente. Luego la deslizó hasta el centro de su pecho, donde trazó una espiral. Prisma la apartó con brusquedad, estaba asqueada.
—No me toques.
—Oh, estoy seguro de que nuestro amigo en común lo ha hecho por mí —ronroneó el príncipe—. Tantas transformaciones y nadie para compartir tu solitaria vida. Bueno, si hay alguien, pero ama más la magia que a ti.
Prisma se encogió ante sus palabras. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Él la había engañado.
—Eres un veneno para este reino —escupió.
—Me halagas.
—No te ayudaré a destruir a otros por tus deseos de poder. ¿Alguna vez nos amenazaron o fue otra de tus mentiras?
El rey se llevó un dedo al mentón, fingiendo pensarlo.
—Tarde o temprano lo iban a hacer. —Dio un paso hacia ella, Prisma retrocedió—. Fue demasiado fácil convencerlos, solo tuve que mover los hilos y cuando nos enviaron un "mensaje" con las cabezas de nuestros soldados... —sus labios se extendieron en una amplia sonrisa-, nadie preguntó. Ciertos sacrificios son necesarios.
Prisma hizo flotar las espadas y lanzas en las paredes y las apuntó en su dirección. Un solo movimiento de sus manos y lo mataría, aunque luego fuese castigada por ello.
—Verás, tengo un comodín —dijo Rubín, tocando con el dedo índice una de las espadas—. Siempre estoy un paso por delante, querida. No necesito a los dragones, solo su magia.
—Nada me impedirá que termine con tu vida ahora mismo. No me importa romper el tratado de paz, no cuando una amenaza se extiende por el reino disfrazado de rey.
Rubín puso los ojos en blanco.
—No soy el único rompiendo reglas, tu amiguito Vall me ha contado mucho sobre ti. Y es que no le quedó otro remedio, es fácil hacer hablar a un dragón cuando le estas cortando las alas.
Prisma tragó. Podía sentir el fuego subiendo por su garganta, pidiendo salir.
—No te creo, Vall nunca vendría aquí.
—Tienes razón, nunca abandonaría la seguridad de la montaña a menos que su amiga estuviera en peligro, y eso fue lo que le hice creer.
—¿Dónde lo tienes? —gritó.
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Herederos de sangre y hierro #PGP2024
FantasyLos dragones y los humanos han estados unidos en una tradición de hierro y sangre durante siglos. Dos príncipes gemelos han nacido como lo ha dictado la profecía. El primero, destinado a reinar; el segundo, destinado a morir. Un sacrificio por amor...