— “ ANILLO DE PROMESA...” — Ichinose recuerda su pasado con Hawks....
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ICHINOSE ODIABA LA LLUVIA, PENSABA qué era su conocida más íntima que había sido testigo de todos los momentos desafortunados de su existencia, burlándose de ella, y llorando lo qué tanto se habia prohibido a llorar. No le gustaba, la detestaba, y cada que veía gotas caer del cielo pensaba que ella otra vez estaba destrozada por dentro. Llorando...
La lluvia representaba tristeza, y ella no quería sentir esa imagen. Menos cuando su lado vulnerable aprovechaba cada vez que las gotas de agua caían del cielo a su rostro para camuflar las pocas lágrimas que soltaba, negándose a qué fueran lágrimas que ella misma estaba soltando.
Era un testigo de su momento de debilidad, y por eso lo odiaba, pero en ese momento estaba permitiéndose soltar más de una lágrima mientras quejidos salían de sus labios, trataba de evitar esos sonidos destrozados de su garganta, lo estaba intentando, de verdad lo intentaba más el recuerdo de hace pocas horas venía una, y otra vez a su mente, junto a el sentimiento de traición, y culpabilidad.
Había llegado tarde... Había perdido.
Su mente no podía comprender todo lo que sucedía, no podía entender porqué tenía que pasar por tanto sufrimiento desde pequeña, porque tenía que soportar cosas que aceptaba sin poder quejarse, porqué la más fuerte no podía quejarse. ¿Porqué la vida le arrebataba lo que amaba...? Había perdido a su hermano sin reclamó, y todo por ella misma, por tardar, por su culpa.
Tenía que haberlo protegido, era la hermana mayor, la más fuerte, era su deber salvar a su hermanito, todo ese tiempo se había esforzado a hacerlo, entonces... ¿Porqué no lo salvó...? Era, era lo que más le importaba en el mundo.
Lo único que tenía.
Su rostro, sonrojado, con los labios apretados y gruesas lágrimas escurriendo de sus orbes lilas brillantes demostraba lo afectada que estaba en ese momento, sentía el frío colarse por su ropa causado por las gotas que caían con más potencia hacía el suelo, pero poco le importaba, su mente estaba tan afectada qué ni siquiera le prestaba atención a su habilidad activa. Ni siquiera había escuchado los pasos opcados por el sonido de la lluvia contra el suelo de cierto rubio que tan rápido como salió de la seguridad del techo, se mojo.
Hawks tenía la mirada igual de decaída que la albina de cabellos actualmente sucios manchados tanto por sangre, que por tierra. Trago saliva colocándose detrás de la adolescente de diecisiete años qué cerro los ojos con fuerza tratando de evitar que más lágrimas la traicionaran. Ya lo había sentido.
