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Jealousy.

27 de Octubre, 1975.

—¡Voy a matarte, Sirius Black!

Halley Black, quien ahora es una hermosa adolescente, perseguía molesta a su hermano mayor con su varita en la mano, pues este le había interrumpido su sesión de estudio en la biblioteca junto a sus amigos.

—¡Vamos, Hals Hals! ¡Es una broma inocente!

Halley bufó sentándose en el suelo de brazos cruzados. Sirius, al percatarse de ello, se detuvo abruptamente y se sentó al lado de ella con una mueca de preocupación.

—No me gustan esas bromas —hizo un puchero. Sirius sonrió acariciándole delicadamente la mejilla.

—Es porque eres una pequeña amargada. Te pareces a la arpía.

—¡Madre no es una arpía, grosero! —le arrebató el libro de las manos y le dio un golpe en la cabeza—. Maldito perro sarnoso y grosero.

Ambos hermanos poseían una versión diferente de Walburga Black. Mientras que Halley la adoraba ya que siempre la había apoyado en todo lo que necesitara, le brindaba amor y apoyo incondicional, tanto a ella como a Regulus.

Sirius en cambio, recibió la peor versión de su madre. No la odiaba, pero tampoco la quería mucho. Él, en contraste con sus hermanos, recibió insultos y muchas maldiciones desde que ingresó a Hogwarts quedando en la casa de Gryffindor. Eso cuando estaba rodeada de gente, cuando ambos estaban a solas, volvía a ser la mujer maternal que conoció en su niñez. Percibía a su madre como una arpía manipuladora que usaba todo a su conveniencia. Y era cierto, a veces.

—Estás loca —Sirius se quejó tocándose la cabeza.

—Habla por ti, yo soy la cordura andante —la Black sonrió orgullosa.

El ojigris apretó los labios intentando contener la carcajada, pero no soportó y terminó riendo con una mano sujetando su estómago.

—Eres un perro grosero, que lo sepas.

—Y tú, hermosa princesa, amas a este grosero.

Halley asintió sonriendo y abrió los brazos hacia Sirius. Este sonrió divertido y la tomó en brazos poniéndose de pie.

—Siempre tan consentida —comenzó a andar con Halley abrazándolo.

—Porque jamás me has negado nada.

Halley Black podía describirse como un arma de doble filo. Lo que poseía de belleza física e interna lo tenía también de peligrosa si dañaban a alguien que ella amara. El mismo Sirius lo había comprobado cuando se le ocurrió regañar a Regulus por quedar en Slytherin. Lo ignoró por un mes hasta que este se disculpó con el menor y con ella de rodillas, y ni así lo perdonó. Lo hizo cuando le regaló sus flores favoritas. Un ramo de hermosas peonias rosas traídas desde Europa, sus chocolates favoritos importados desde París y un collar diseñado exclusivamente para ella al ser del color de los ojos de ambos.

Estatura promedio, 1.65 centímetros, cabello castaño y unos ojos azules casi celestes como un cielo despejado de Londres, piel de porcelana y extremadamente sensible. Labios rosados y nariz respingadas. Todas sus facciones parecían fabricadas por un ángel.

Ella era la pequeña de la familia Black. Sus dos hermanos la cuidaban con su vida igual que sus padres y su tío Alphard, quien en realidad era su padrino. Para este último, Halley Black era su mundo. Si ella quería un vestido él le compraba cientos de ellos si no es que la tienda donde lo había visto.

Y a pesar de ser consentida por su familia y amigos, ella era un ser de luz con todos los que amaba. Siempre estaba ahí cuando alguien necesitaba ayuda, y aún no comprendía porque era Slytherin siendo que es la persona más amable y sensible, en palabras de su mellizo, ella tenía un corazón de abuela, lo cual hacía que todos la cuidaran de sobremanera en algunas ocasiones. Temían que tal bondad fuese dañada por el mundo, no podían hacerla llorar porque tendrían a la familia Black haciéndolos pagar hasta el fin de sus días.

DOLLHOUSE | Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora