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Merry Christmas, Black Family.

24 de Diciembre de 1975.

—¡Halley, una foto para el profeta!

La Black sonrió abrazando a su mellizo. Se había separado de Sirius hace un rato gracias a su madre. La adoraba tanto que deseaba darle una poción para dormir un par de años y así recuperar un poco de su paz mental, aunque gracias al nuevo invitado en su hogar sería complicado. Se desharía de una, pero quedaría el otro.

Miró la fiesta después de haberse tomado la foto. Le agradaba el ambiente, era bastante familiar y acogedor. Algo que ella desgraciadamente no veía a menudo. Por más que sus hermanos la habían criado lo más sanamente posible, no pudo evitar notar desde pequeña como eran sus padres.

Ciertamente la ojiazul odiaba los eventos grandes o aquellos en los que habían muchos invitados, pero adoraba las fiestas navideñas, como esta. O le gustaba esta porque podría ver a Sirius.

Más que baile era una cena, y le gustaba eso.

—¡Todos a cenar!

Halley sonrió. Era la oportunidad perfecta para escabullirse y así poder ver a Sirius sin necesidad de interrupciones innecesarias e indeseadas. Estaba por irse hacia dentro de la casa, pero una mano la detuvo.

—Halley. ¿Me darías el honor de cenar junto a mi?

Al oír la voz del Riddle deseó internamente que ojalá le mordiera una víbora y se durmiera para siempre.

—Claro —sonrió sarcásticamente mientras se sentaba al lado de Tom.

<<¿Para qué enemigos si tengo a mi madre?>> pensó. Tenía una cara de pocos amigos. No se podía ver en un espejo en ese momento, pero podía asegurarlo.

Comenzó a comer ignorando los intentos de conversación que deseaba entablar su nuevo acompañante.

—Halley no seas grosera —la reprendió su madre.

—Es que si no me interesa no tengo porque hablar —se encogió de hombros levantándose de la mesa—. Si me disculpan, debo ir al baño. Voy a tardar. ¿Alguno quiere ir a vigilarme? —miró a todos en la mesa. Ninguno dijo nada—. Eso creía.

—No hagas una escena —amenazó Walburga Black.

—No vas a lanzarme un crucio madre. Ambas sabemos que eres incapaz.

—Trae a Regulus de donde sea que esté.

—Muy lejos de ti, porque nadie soporta a una arpía que no hace más que fastidiar a los demás, y ya que ella no es feliz el resto no tiene porque serlo, ¿verdad?

Y sin más, se marchó dentro de la casa. Caminó directamente hacia el segundo piso hasta la habitación de James Potter. Había estado ahí durante un verano en el que sus padres se fueron a Venecia. Ella, Regulus y Sirius.

Al entrar, le sorprendió bastante lo que vio, pero se emocionó soltando un pequeño grito a la vez que esbozaba una sonrisa.

—¡Yo sabía que sería cosa de tiempo!

Regulus Black se alejó rápidamente de Remus Lupin. Ambos se encontraban despeinados, sonrojados, con los labios algo hinchados y la respiración agitada.

—Alya entra ya —el Black tiró de su hermana entrándola de lleno en la habitación y cerró la puerta con seguro no sin antes cerciorarse de que nadie los hubiera visto.

—Halley yo... —intentó decir el castaño, pero la aludida negó demasiado feliz por su hermano.

Al menos uno de ellos hacía lo que quería.

DOLLHOUSE | Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora