Capítulo 16. [ El Autor ]

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En un primer vistazo, no encontré nada extraordinariamente peculiar en aquella situación. Además de las sillas antiguas donde parecía que estaban sentados y la mesa redonda de roble repleta de colillas y papeles viejos de periódico, no había nada que destacara especialmente. Incluso por el suelo había colillas, ceniza en prácticamente todos los rincones, pequeñas montañas de polvo y un olor a humanidad que me estaba volviendo loca. Había subido en vano. No encontré rastro de Marc e intenté buscar entre los papeles para hallar las cartas de los demás, pero todo fue en vano.

Bajé a la segunda planta, desilusionada. Ahí me esperaba él, como si ya supiera que estaba allí. Mi corazón se aceleró, la boca se me secó y empecé a sudar frío, llevándome el mayor susto de mi vida.

—No necesitas estar aquí —afirmó seriamente. Parecía cansado, como si hubiera venido corriendo. Su piel era pálida y sus ojeras solo confirmaban que arrastraba un agotamiento previo—. Vámonos antes de que vuelvan.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —pregunté.

—¿Dónde ibas a estar? —replicó—. Victoria, escúchame...

—Encárgate de tus asuntos. Te llevaré a casa y olvídate de esto de una vez. Si con tus amigos no hay marcha atrás, no te involucres en su juego.

—Hay algo que necesitas saber antes de jugar.

MANCHADA de Aarón AlcaideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora