◆Sebas◆

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  Despierto en medio de la noche iperventilando he tenido el mejor sueño del mundo, por qué nunca se me ocurrió lo de la viagara, miro a mi derecha y ahí está él perfectamente dormido, aunque dudo, toco ligeramente su frente dandome cuanta de que tiene fiebre.

-Mierda

Maldigo saltando de la cama busco algo con lo que tomarle la temperatura pero era obvio que alguien como Alan que se cree inmortal no tendrá un termómetro, preparo compresas y me dirijo a la pieza nuevamente.

Debido a mi profundo sueño ahora estoy empapada además de que no se desde cuándo está irviendo, podría ser peligroso si lleva tanto tiempo así

-Alan_susurro con el fin de que se despierte pero a pesar de mis intentos  es inútil, coloco suavemente las compresas mientras paso por su cuerpo otra, negar que estaba disfrutando de poder acariciarlo sería la mentira más descarada que pudiera decir.

La fiebre no cede, el golpe debió infectarse, corro por toda la casa cual loca en busca de pastillas, nada, es que cómo puede ser tan irresponsable.

-Regreso en cinco_ digo cambiando las compresas tomó las llaves de la moto, el casco y salgo del departamento necesito esas pastillas o tendré que llevarlo al hospital. Ya en el estacionamiento encuentro la preciosa del demonio

Es inexplicable todos los recuerdos que me trae no solo de mis viajes con él sino de mi papá, que fue quien me enseño a montarla a los nueve, siempre ha sido fiel amante a ellas por lo que me lo dejó de herencia. El sonido del motor me pone la piel de gallina salgo del edificio, tuve la suerte no necesitar pasar en frente de la estación de policía para llegar a la farmacia pues me hibiesen detenido por exceso de velocidad.

Las calles totalmente desoladas y un farmacéutico somnoliento fue lo único que se interpuso en mi camino, le explico la situación al encargado por lo que me recomienda antibióticos y paracetamol para la fiebre, un clásico, agarro un termómetro y no me demoro demasiado en regresar cuando abro la puerta salgo en busca de él y sigue conforme lo dejé.

-Tomate esto_ pongo las pastillas con el vaso de agua frente a él

-¿Qué es eso?_ pregunta apenas abriendo los ojos_ Agh! La cabeza me está matando

-Te dije que debíamos haber ido al médico esas de ahí son pastillas las necesitas para la fiebre_señalo lo que hay en su mano y el asiente-Deberás tomar antibióticos cada ocho horas, la otra es para el dolor y la fiebre

-¿Dónde encontraste todo esto?_dice después de tomarse todo

-En los cajones_ Miento, si se entera de que tomé su moto de noche, entre a una farmacia y me arriesgue a que me pidieran el DNI que obviamente no llevaba porque soy menor de edad entonces se muere

-No recordaba tener pastillas en casa_Mira el termómetro en mi mano con una clara cara de confusión_ Eso también estaba en los cajones

-Acaso importa, déjame cuidarte y ya.

Las caras de odioso son inevitables, es como su sello personal pero si embargo no se queja dejándo que le tome la temperatura.

-Estas caliente aún, debemos esperar a que el medicamento haga efecto_ Anuncio al ver que se toca la cara, de repente toca la mia, su tacto hoy es más cálido de lo habitual, lo cual es obvio, esas miradas que cruzamos en momentos como este me confunden cada día más, toda esta situación se me está saliendo de las manos.

-Estas helada_ verbaliza luego de pasar más de diez minutos tocándome, la cara, claro si acabo de bajarme de tu moto

-O más bien tú estas caliente

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