Caracolas | OS'S Sanegiyu [ACTUS LENTAS]

༻ Iguro, el mal tercio. 𓈒ㅤ⋆ㅤ

Ser el mal tercio era lo peor. E Iguro lo sabía muy bien.

Todos sabían que Iguro Obanai y Shinazugawa Sanemi eran mejores amigos, pero cuándo el pilar del viento confirmo su relación con el pilar del agua, Obanai empezó a sentirse un poco.. molesto.

— ¡¿Acaso olvido por qué lo odiábamos?! ¡Se volvió dócil! — Chocó el puño contra la mesa.

Bien, tal vez estaba muy molesto.

— Iguro, no sé ni por qué estás aquí. — Habló aburrido el pilar del sonido — Pero lo que sé, es que los dejes ser felices. ¿Estás tan molesto por que son dos hombres?

— No me importa si son homosexuales o no. Lo que me molesta es que él nunca me dijo nada. Si somos amigos, ¿Por qué fui el último en enterarme? — Su serpiente asintió en aprobación — Ni si quiera de su maldita boca, sino de la tuya.

Tengen suspiró mientras tomaba un sorbo de soju.

— Tienes un punto. Hasta Kocho se enteró primero que tú.

— ¡Eso es lo que estoy diciendo! — Se cruzó de brazos. No había tocado el soju que le sirvió su acompañante ni la comida que las esposas de Tengen le prepararon.

— ¿Por qué no le preguntas? A los dos. No solo a Sanemi. — Dijo con obviedad.

— ¿Crees que no lo he hecho? ¡Cambian el tema todo el tiempo!

— Estás perdido, Iguro.

Obanai solo miro al suelo. Él le contó sobre su amorío con el pilar del amor, todos los detalles cada que salían, sobre como le hacía volverse loco, le confió que no diría nada, pero, ¿Él se atreve a no decirle que está con Tomioka, el que supuestamente detestaba? Definitivamente tenía que saber el por qué. Sí, odiaba con todo su ser al egoísta pilar, solo iba a apaciguar todo su odio para no explotar cuándo los tenga enfrente.

Se decidió. Se levantó y agradeció a Tengen por aceptarlo en su finca junto con sus esposas por la deliciosa comida (Evitando cualquier tipo de comentario o pregunta de el por qué no comió nada) dirigiéndose hacía el hogar de Shinazugawa, no sin antes pasar a comprar algo en un pueblo cercano. Si iba a llegar sin avisar, al menos tendría una excusa.

Indago en las tiendas, los vendedores siendo respetuosos y agradeciéndole por su deber. Divisó a los que deberían estar en su finca, tomados de las manos. Hizo una mueca de asco, se arrepintió de haber ido. Se dijo en su mente que dejaría su misión para otro día, dándose la vuelta por donde se vino.

— ¡Obanai!

Claro. Justo cuándo no quería verlos ellos lo llamaban luego de literalmente ignorarlo y no decirle nada sobre su relación. Que fantástico.

— Sanemi y.. — Frunció el ceño — Tomioka. Yo ya me iba.

Trato de irse, pero Sanemi lo agarró del hombro.