"El Salvador y la Cobarde"
Avery.
El miedo era traicionero. A veces podía salvarnos con una dosis de adrenalina, pero otras veces... nos paralizaba.
Me arrastré hacia atrás mientras Ojos Negros destilaba un tipo de odio que parecía querer denotarse tanto de forma impulsiva como calculadora. El pelinegro tenebroso me observaba con agudeza a la vez que sus pies se movían con pasos lentos, pausados, adueñándose de cada metro que pisaba; era el claro ejemplo de un depredador a punto de cazar a su presa.
«Tú no debes ser una presa».
A lo mejor ya era hora de que lo fuera.
Un ruido agudo chasqueó en el aire, como si lo rompiera. Al instante el ambiente se cargó de tensión, apenas podía respirar. Mis ojos se abrieron de par en par cuando el tipo comenzó a dar grandes zancadas en mi dirección, pero para su desgracia y mi buena suerte —di un buen baile de celebración en mi interior—, algo allí arriba que aún me quería decidió que mi muerte no sería en esos segundos. Antes de que llegara a mí, un cuerpo de luz mucho más intenso que el que desprendía el farol pasó disparado a una velocidad que apenas alcancé a ver, chocando con fuerza contra el tipo al que había apuñalado.
Solté un grito de la impresión y me arrastré hacia atrás, sintiendo ardor en mis manos al rasparse con el pavimento. Mi cuerpo se sacudió en un escalofrío cuando vi al chico rubio encestarle un puñetazo al tipo de ojos negros.
Entonces, todo el espacio-tiempo pareció detenerse cuando el rubio me miró.
«Oh, Dios».
Me quedé de piedra al ver sus ojos. Eran de un color dorado. Sus iris parecían estar envueltos en llamas. Eran... hermosos, pero todo mi cuerpo reaccionó diferente a ese pensamiento. El remolino de miedo que se asentó en mi pecho fue, sin dudas, el más grande y horrible que tuve en mi vida.
Y no sabía por qué.
Volví a la realidad cuando Ojos Negros soltó un gruñido, y extrañamente me vi a mí misma preocupada por el chico rubio cuando Ojos Negros sacó otro cuchillo algo extraño, con fragmentos brillantes en su hoja, y lo empuñaba en dirección de Ojos De Fuego. Levanté ambas cejas cuando el rubio volvió su atención al pelinegro con una sonrisa ladeada. En definitiva, quien manejaba las sombras no contó con que la situación cambiaría en un segundo. Antes de que la hoja lo tocara, la esquivó y tomó la muñeca del tipo de ojos negros, quien palideció ante el agarre del chico rubio.
—Te ha dicho que no te acerques —habló él en un tono bajo y amenazador, sosteniendo con más fuerza la muñeca de Ojos Negros—. No la mires, no la toques, ni siquiera respires cerca de ella.
Entonces, Ojos Negros me miró, y supe que lo que se venía no era bueno para mí. Mi bailecito de celebración murió allí.
A pesar de que su expresión denotaba terror, se las arregló para sonreírme con odio. Su tono de voz era ronco, cargado de maldad.
—No te preocupes, no lo haré.
El chico rubio cerró los ojos con fuerza antes de volverse a mí. Su mirada encendida estaba cargada de tensión.
—¡A la luz! ¡Corre!
Miré detrás de mí automáticamente, justo donde estaba el farol del que él había salido disparado. No lo pensé. Me levanté sin dejar caer el cuchillo justo a tiempo para sentir como el oxígeno era tragado por unas sombras opacas; las mismas se acercaban a mí, oscureciendo todo a su paso, buscando encerrarme. Comencé a correr con todas mis fuerzas, levantando el vestido sin importarme si mis piernas se veían demasiado.
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Pétalos De Un Amor Cruel - Saga Defensores #1 [EN PROCESO]
Paranormal"Un chico destinado a proteger a la humanidad; una chica con el deber de salvarse a sí misma de su familia". Ambos se encontrarán durante una fría noche canadiense, donde él cumplirá con su trabajo en el lugar equivocado, y donde ella confundirá los...