Lucifer se sentó rígidamente en su trono junto a su padre. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y ser el buen príncipe y saludar a los representantes del Matriarcado no era algo que quisiera hacer. Preferiría estar en su suite trabajando en aparatos para reemplazar todos los que había dejado -como un idiota- en casa de Alastor. Tuvo que evitar suspirar al pensar en el castaño. Era absolutamente todo lo que Lucifer quería y todo lo que no podía tener.
Cuando se encontró con Eva y Lilith, les dio una breve explicación. Dijo que le habían robado el bolso y que estaba huyendo del ladrón, pero pensó que lo había perdido. No describió nada que pudiera señalar a Alastor y les hizo dejarlo caer diciendo que la bolsa no era importante. Es comprensible que sus guardias estuvieran enojados con él. Se suponía que no debía estar fuera del palacio y menos sin guardias. Les llevó casi todo el camino de regreso convencerlos de que no se lo dijeran a su padre. Se alegraba de que su lealtad recayera en él y no en el rey. También agradeció que no le hubieran informado a su padre antes de salir a buscar. Constantine había podido convencerlos al menos de eso y había logrado demorarse al menos un poco.
Miró a su mejor amigo, el conde Constantine Clockwell, que estaba junto a la pared lateral con otros nobles. Constantine le sonrió y le levantó el pulgar alentándolo, aunque sabía que Lucifer no estaría contento con ninguna princesa que cruzara la puerta.
Constantine tenía la piel un poco más palida que Lucifer y siempre tenía las sonrisas más grandes. Llevaba el pelo corto, pero a la última moda, como siempre. La moda era su hobby y a menudo pasaba tiempo con las costureras de palacio. Todas las mujeres lo encontraban encantador y él siempre decía que si no fuera un noble y el mejor amigo del príncipe heredero, habría salido y creado la mejor moda funcional que el mundo había visto jamás. Se conocían de toda la vida, Constantine era un par de años mayor, pero se volvieron inseparables después de que se decidió que el joven príncipe necesitaba un compañero de juegos y los dos recibieron los mismos tutores mientras crecían. Lucifer tuvo que esforzarse un poco más para mantenerse al día con la diferencia de edad al principio, pero pudo hacerlo y finalmente superó a Constantine. Sin embargo, a su amigo no le importó y siempre decía que el cerebro de su hermano pequeño estaba listo para conquistar el mundo. Si tan solo Lucifer pudiera usar su cerebro de la manera que quisiera en lugar de verse obligado a casarse y luego liderar a un pueblo del que honestamente no sabía nada.
Lucifer suspiró para sus adentros, sin dejar que su exterior tranquilo se rompiera como le habían enseñado desde que era niño. Al menos tenía a Constantine y eso nunca iba a cambiar. Cuando Lucifer subió al trono, se supuso que Constantine estaría a su lado como su consejero. Lucifer nunca refutó esto porque no vio ninguna razón para que no fuera cierto. Constantine era la única persona en quien confiaba por encima de todos los demás. Una persona tan genuinamente amable y real, a diferencia de muchos miembros de la nobleza con los que Lucifer tuvo la desgracia de relacionarse a diario.
Lo peor que tenía en mente era el Rey. No tenía idea de por qué su padre lo había elegido realmente. Lucifer podía verlo por el rabillo del ojo. El hombre con su reluciente monóculo mágico parado ligeramente detrás del rey, Adam, pero afortunadamente al otro lado del trono de Lucifer. Estaba inclinado susurrándole al Rey quien le estaba prestando toda su atención. Lucifer podía sentir esa mirada no deseada moviéndose hacia él de vez en cuando, pero se negó a mirar atrás y reconocer al otro. Nunca entendió qué veía en él el hombre que tanto le fascinaba. Sin embargo, las miradas lascivas y las sonrisas que había recibido desde que llegó a la pubertad lo pusieron en la cima. Ese hombre puso a Lucifer increíblemente nervioso y se alegró de que nunca hubiera una razón para que estuvieran solos.
Nadie conocía su historia ni siquiera su nombre; simplemente era el consejero. Apareció de la nada poco después de la muerte de la reina y al cabo de un año se había abierto camino hasta el puesto de consejero. Apenas era un adulto y todavía se ganaba la total confianza del rey.
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𝐄ᥣ ⍴rі́ᥒᥴі⍴ᥱ ძᥱ ᥣᥲs ᥒᥙᑲᥱs →rᥲძі᥆ᥲ⍴⍴ᥣᥱ
Fiksi PenggemarAlastor Timegazer es huérfano y ladrón. Vive de los bolsillos de los ricos en el centro de la ciudad impulsado por vapor, donde la magia y la mecánica se han combinado para hacer florecer a la nación. Nunca hubiera imaginado que un encuentro casual...