CAPITULO 4

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Golpe de ira

CHIARA

La luz del amanecer se colaba débilmente por las ventanas, dándole al comedor una atmósfera melancólica. Aún sentía el peso de la noche anterior sobre mí, el dolor de la ruptura con Stiven retumbando en mi pecho. Apenas había dormido, y la falta de descanso no había hecho más que acrecentar la sensación de vacío.

Entré al comedor, tratando de ocultar mi agotamiento. Mi padre y Alessandro ya estaban sentados, y ambos levantaron la vista cuando me uní a ellos. Alessandro mantuvo su mirada fija en mí, como si pudiera ver el cansancio en mis ojos.

—Chiara, ¿dormiste bien? —preguntó mi padre con un tono de voz suave pero expectante, como si no estuviera seguro de querer escuchar la respuesta.

—No mucho, la verdad —respondí mientras me servía un poco de jugo, sin levantar la vista—. Me cuesta acostumbrarme a dormir sola… —solté sin pensar, y al instante me arrepentí. Mi padre me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación, y Alessandro se tensó.

Hubo un momento de silencio, pero Alessandro fue el primero en romperlo. Su tono era calmado, casi consolador.

—Lidiar con los cambios no es fácil —dijo, su voz más suave de lo habitual—. Supongo que aún estás pensando en Stiven.

La mención de su nombre me hizo un nudo en la garganta, y me encogí de hombros, evitando los ojos de ambos. Tomé un sorbo de café, tratando de disfrazar el temblor en mis manos. Alessandro parecía notar mi incomodidad y, sin apartar la vista, añadió:

—A veces, las personas que se van de nuestra vida dejan más espacio para cosas mejores. —Su tono era firme, y aunque sus palabras pretendían reconfortarme, sentí una ligera tensión en el ambiente.

—Lo sé —murmuré—. Pero es difícil. Stiven fue importante para mí, y ahora… —Hice una pausa, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Simplemente lo extraño.

Mi padre me observaba en silencio, con una expresión indescifrable en el rostro. Finalmente, pareció decidirse a hablar, y su tono adquirió un aire protector que pocas veces usaba.

—Chiara, sé que esto es difícil, pero quiero que sepas que no estás sola. Tienes todo el apoyo que necesites —dijo, mientras me miraba con esos ojos serios pero cargados de afecto—. Solo que... ahora más que nunca, debes ser fuerte.

Alessandro asintió, y sentí que sus palabras y la mirada de mi padre intentaban infundirme una especie de fuerza que yo no terminaba de encontrar. Finalmente, decidí sacar un tema que me rondaba en la cabeza desde hacía días, esperando que pudieran darme alguna claridad.

—Papá… hace un par de noches, recibí una llamada extraña —comencé, sintiendo que la tensión en mi voz se hacía evidente—. Alguien me dijo cosas perturbadoras. Como si estuviera aquí, observándome.

Mi padre apretó los puños, su rostro volviéndose una máscara de furia contenida.

—¿Qué fue exactamente lo que dijo? —preguntó, controlando el tono de voz aunque la tensión era evidente.

Tragué saliva, mirando brevemente a Alessandro, que me observaba con una mezcla de seriedad y atención absoluta.

—Dijo… cosas inapropiadas. Como si estuviera describiéndome… desde aquí, desde la casa. —Las palabras salieron lentamente, y la incomodidad creció en el aire.

Mi padre asintió, apretando la mandíbula, y Alessandro se levantó con calma, aunque su expresión dejaba claro que estaba lejos de estar tranquilo.

—A partir de ahora, Chiara, vas a estar bajo vigilancia constante —dijo mi padre, y esta vez su tono no admitía objeción—. Necesito que te prepares para una nueva rutina de seguridad, y para eso tendrás que aceptar la vigilancia de Alessandro, y la de todos los hombres necesarios.

DOMINIO [RISE #1] PAUSADO || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora