CAPITULO 8

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Una perdida...

CHIARA

La noche era tranquila, pero yo no podía dormir. Mi mente no dejaba de repasar cada detalle del día, cada conversación, cada estrategia. Estaba tumbada en la enorme cama del penthouse, mirando el techo con la tenue luz de las lámparas reflejándose en el mármol pulido. Este lugar era un refugio temporal, un escape de la mansión de mis padres, pero no podía evitar sentirme un poco vacía aquí. Todavía no me había mudado del todo; mis cosas seguían acumuladas en cajas y maletas en un rincón, como si estuviera esperando una señal para hacer de este espacio mi hogar.

Cerré los ojos e intenté relajarme, pero entonces sonó mi teléfono. El sonido retumbó en el silencio y me hizo abrir los ojos de golpe. Me giré hacia la mesita de noche y lo miré con cierta aprensión. El número que aparecía en la pantalla no estaba guardado, pero sabía perfectamente quién era. Ellos.

Tomé el móvil con dedos firmes y contesté, manteniendo mi voz neutral.

—¿Sí?

—Señorita Knight, es hora de llevar a cabo la misión —dijo una voz masculina y fría al otro lado de la línea. No ofreció más explicaciones, no pidió confirmación. Solo una declaración directa que no daba espacio a dudas.

Respiré hondo, conteniendo las emociones que amenazaban con aflorar.

—¿Detalles?

—El equipo ya está listo. Nos reuniremos en el almacén del muelle 43 en tres horas. Sea puntual.

Colgué sin responder. No era necesario. Esto ya estaba decidido.

Me levanté de la cama y caminé hacia el baño. Encendí la luz, y mi reflejo en el espejo me devolvió la mirada de una mujer que aparentaba más calma de la que realmente sentía. Me recogí el cabello en una trenza para despejar mi rostro y me lavé las manos con agua fría, intentando silenciar el leve temblor en mis dedos.

Regresé al dormitorio y abrí el armario. Aunque apenas me estaba instalando en el penthouse, ya había organizado una sección con lo esencial. Saqué un conjunto táctico completamente negro, ajustado pero flexible, perfecto para moverme con rapidez. Junto a él, mi arma de preferencia descansaba, perfectamente cargada y lista para ser usada.

La misión era simple en su planteamiento, pero mortal en su ejecución: eliminar a aquellos que me habían llamado. Hombres que se habían infiltrado en nuestras operaciones, que habían desviado recursos y habían osado traicionar a mi padre. El atentado que sufrí no fue más que un aviso de lo que serían capaces de hacer si no se les detenía a tiempo.

Cuando salí del edificio, el aire frío de la noche me golpeó el rostro. El coche negro que me esperaba en la entrada brillaba bajo la luz de las farolas, y dos figuras familiares estaban junto a él.

Damien estaba de pie junto al lado del conductor. Su presencia era imponente: alto, de cabello rubio casi blanco y ojos azules como el hielo. Su rostro serio y su postura rígida lo hacían parecer casi una estatua, pero sabía que detrás de esa fachada había un hombre calculador y eficiente.

Nikolai estaba apoyado contra el coche, jugueteando con un cuchillo entre los dedos. Su cabello castaño oscuro caía en rizos desordenados sobre su frente, y sus ojos verdes brillaban con un toque de ironía que nunca desaparecía. Aunque era más relajado que Damien, en el trabajo mostraba una precisión letal que lo hacía igual de confiable.

—¿Lista para el espectáculo, Elle? —preguntó Nikolai con su característica sonrisa ladeada.

—Siempre —respondí con firmeza, mientras Damien abría la puerta trasera para que subiera.

DOMINIO [RISE #1] PAUSADO || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora