CAPITULO 9

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Abrazame hasta que el dolor se vaya

CHIARA

El hospital era tan silencioso que cada uno de mis pensamientos resonaba con la fuerza de un grito. Me dolía todo, pero el vacío en mi pecho superaba cualquier herida física. Alessandro entró en la habitación, su porte imponente y su rostro inmutable como siempre. Pero algo en sus ojos oscuros había cambiado; su intensidad parecía más suave, más contenida.

—Chiara, es hora de irnos. El doctor dice que estás lista para salir —dijo con una voz baja, casi delicada.

No respondí de inmediato. Me tomó un momento reunir la fuerza para asentir. Sentí sus manos sosteniéndome cuidadosamente mientras me ayudaba a incorporarme. Cada movimiento era un recordatorio del daño que mi cuerpo había sufrido, pero Alessandro era firme y preciso, como si nada pudiera perturbarlo.

Cuando salimos del hospital y me ayudó a subir al coche, rompió el silencio antes de encender el motor.

—Mis hombres, las Sombras, ya llevaron tus cosas al penthouse. Todo está listo —me informó, sin mirarme.

—¿Todo? —pregunté, mi voz más áspera de lo que había anticipado.

—Sí. Maya y Rachel están ahí ahora. Están acomodando todo para cuando lleguemos.

Asentí lentamente, dejando que sus palabras se asentaran. Mis amigas. Ellas estaban allí, haciendo todo lo posible para que mi regreso a casa fuera más fácil. Aunque nada podía aliviar el peso del dolor que sentía, saber que estaban cerca era una pequeña chispa de consuelo en la oscuridad.

El camino al penthouse fue silencioso al principio, pero Alessandro no parecía dispuesto a dejarme hundirme en mis pensamientos.

—Chiara, sé que esto es… difícil. Lo que pasó… —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Pero no puedes culparte por lo que ocurrió.

Me reí, una risa amarga que sabía más a llanto.

—¿No puedo? Alessandro, ellos murieron porque estaban en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Y yo soy la razón por la que estaban ahí.

Sus manos apretaron el volante, y por un momento, el silencio volvió a llenarnos.

—No eres la culpable de las acciones de los demás, Chiara. La culpa es de quienes hicieron esto, no tuya.

Quería gritarle, decirle que no entendía nada, pero mis fuerzas estaban agotadas. Cerré los ojos y dejé que el resto del viaje transcurriera en ese tenso silencio.

Cuando finalmente llegamos, Alessandro apagó el motor y salió rápidamente para ayudarme. Me bajé con dificultad, apoyándome en las muletas.

—¿Cómo se las arreglaron las Sombras para mover todo? —pregunté, más por llenar el aire que por curiosidad real.

—Son eficientes. Es su trabajo —respondió simplemente, su tono práctico pero no frío.

La puerta del penthouse estaba entreabierta, y las voces de Maya y Rachel se oían desde adentro.

—Chiara, ¡ya llegaste! —Rachel fue la primera en aparecer, con una sonrisa nerviosa y los ojos llenos de preocupación. Maya estaba justo detrás de ella, y ambas corrieron a mi lado, abrazándome con cuidado.

—¡Dios, estás aquí! —dijo Maya, su voz entrecortada por la emoción.

—Sí, estoy aquí… —respondí, intentando sonar normal, pero mi voz sonaba rota incluso a mis propios oídos.

Alessandro se quedó a un lado, observando en silencio mientras mis amigas me ayudaban a sentarme en el sofá. Era como si toda su presencia estuviera destinada a ser un apoyo constante, incluso si no decía nada.

DOMINIO [RISE #1] PAUSADO || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora