Narra Yuu:
Estuve esperando unos minutos más a Sora, yo me encontraba distraída y mirando mis zapatos boleados como siempre.
Sentí dos dedos picando mi estómago con fuerza y rapidez, no hizo falta alzar la cabeza para saber que se trataba de mi mejor amiga, sin embargo, al mirarla, había algo... Diferente en su persona.
Anteriormente tenía el cabello teñido de azul, y ahora... ¡Era castaño! Su color natural...
-¿Qué te hiciste? Idiota... Tu cabello color pitufo...
Me dio un golpecito en la cabeza y bufó suave. Miró hacia los lados suprimiendo los labios para evitar reír por mi comentario.
-Así es mi cabello... Quería un pequeño cambio, pero -Me mostró un mechón de cabello de la nuca color rojo- no podía dejar los colores llamativos del todo.
Me guiñó un ojo, se veía adorable. Tomé una de sus mejillas y la estiré con fuerza de más. Ella giró rápidamente la cabeza para zafarse de mi agarre, había dejado esa parte de su cuerpo un poco roja.
Reí para mi misma, y de ella únicamente recibí una mirada frustrada y molesta. La miré con más atención.
A nadie le sentaba bien el uniforme, excepto a ella, se veía igual de hermosa usándolo que si usara ropa civil.
Saltó a mis brazos, apretándo nuestros cuerpos con mucha intensidad. Sabía que a Sora le gustaba abrazarme, y yo también disfrutaba el hacerlo. Su cabello iba atado en una coleta de lado, y gracias a eso; pude percibir el perfume de su piel y cabello.
Cuando un abrazo entre nosotras surgía, yo cerraba los ojos para concentrarme sólo en ella, y el calor corporal tan reconfortante que me provocaba.
Entramos al instituto por la primera puerta, observando a los alumnos como siempre, algunos peleando, otros riendo o llorando.
Cada persona era una maravilla, un complejo mar de inimaginables secretos. Misterios y vivencias que no compartirán con nadie.
Caminamos por los largos pasillos sin hablar, sólo lanzándonos miradas cargadas de extrañeza muy concreta.
Al llegar al salón de la clase que nos correspondía en ese momento, nos sentamos una alado de la otra, era costumbre después de tanto tiempo conociéndonos.
La profesora que nos daba aquella clase entró al aula, ella no me agradaba, era una chismosa de primera, siempre entrometiéndose en la vida de los alumnos y compañeros docentes.
Era una mujer de casi cincuenta años, de baja estatura, aproximádamente 1,63 metros, cabello negro teñido, ojos color miel, piel apiñonada y llena de pequeños puntos negros, nariz deforme literalmente, esto también hacia que su voz fuera aguda e irritante, siempre llevaba el cabello atado en una trenza, de la cual cientos de cabellos se zafaban. Su nombre era Jazmín.
-Buenos días chicos -Y casi olvido mencionar que, era una mustia- ¿Cómo se encuentran?
Nos miró a todos, con detenimiento buscando el más mínimo detalle en nuestros rostros.
Llevaba los labios pintados de morado, un tono claro que la hacía ver horrible. Su delineado no era uniforme y la sombra azul metálico que llevaba en los párpados tampoco le favorecía.
-¡¿Nadie me escuchó? Aún espero una respuesta!
Todos asentimos con la cabeza, esa profesora estaba demente... A veces llegaba a lanzarnos materiales a la cabeza sin la más pura intención.
Anteriormente no me había percatado de que todos mis compañeros ya se encontraban en el salón de clases.
La maestra comenzó a anotar algunas cosas en la pizarra, sobre microorganismos, nada que me resultara interesante o relevante, por lo que no copié el apunte.
A cambio de hacerlo, miraba a Sora hacerlo, la forma tan ligera en que escribía. Yo marcaba demasiado la pluma, hacía que al otro lado de la página quedaran marcas, ella no. Esos pequeños detalles tan insignificantes para otros, a mí me enamoraban.
Era una forma de demostrar su delicadeza y quizá hasta la femineidad que portaba.
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Mi mejor equivocación [Yuri]
RomanceTal vez el "Felices para siempre" no quiso darse en nuestro cuento, pero siempre serás la mejor de mis historias.