Capítulo 8 la verdad

3 3 0
                                    

Esa misma noche me encontraba dando vueltas en mi cama, mirando el cielo nocturno a través de mi ventana cerrada. Desde la distancia, podía ver la casa de mi abuelo Simón y pensando en lo que había encontrado allí dentro: los vestidos, el maquillaje, la peluca rubia. No podía dejar de pensar en lo que Lucas había dicho. Eso de que al abuelo tal vez le gustaba vestirse de mujer me parecía ridículo, pero al mismo tiempo me intrigaba. Me preguntaba si quizás mi abuelo era tan amable conmigo porque empatizaba con mi situación. Y si era así, ¿por qué fue tan duro con mi papá y mis tíos?

Todos esos pensamientos atormentaban mi mente y no me dejaban dormir. Sabía que no podría estar en paz si no descubría la verdad. Decidí hacer algo que nunca antes había hecho: me levanté de mi cama y  con mucho cuidado, salí por la ventana. Decidí volver a la casa donde mi abuelo solía vivir, a pesar de que era de madrugada y el pasto en el suelo seguía mojado por la lluvia, empapando mis calcetines.

Caminé hasta llegar a la casa. Estaba planeando patear la puerta trasera para entrar, pero entonces me di cuenta de que había alguien adentro; la luz estaba encendida. Pude ver a un hombre de unos 33 años, vestido con una chaqueta marrón y un suéter verde. Su cabello era castaño claro y sus ojos eran azules. No parecía un ladrón; además, estaba en la cocina hirviendo agua, como si planeara hacerse café.

Quise salir corriendo, pero tampoco quería quedarme sin hacer nada al ver a un extraño en la casa de mi difunto abuelo . Así que decidí entrar.

—¿Quién es usted? —dije, abriendo la puerta.

El hombre ni siquiera se asustó al verme y simplemente respondió:

—Tú eres Noah, ¿verdad?

Me sorprendió que ese señor supiera mi nombre, pero sin darme tiempo a responder, él continuó hablando.

—¿Eres la nieta de Simón?

También conocía el nombre de mi abuelo. Esa situación me estaba empezando a molestar.

—¿Quién es usted y cómo conoce a mi abuelo? —le grité, pero entonces me di cuenta de algo que no había notado al principio. Me llamó "nieta".

—¿Usted sabe que soy una chica? —pregunté en voz baja, pero aún a la defensiva.

—Cálmate, Noah —dijo el hombre—, solo siéntate. ¿Quieres mate?

Después de un rato, el hombre y yo estábamos sentados en la mesa de la cocina. Él me hablaba mientras yo servía un mate. Aún así, me sorprendió oír lo que tenía que decir.

—Era la pareja de mi abuelo —eso fue lo que dijo.

—¿En serio? —grité.

—Sí, Noah. Soy Michael. Tu abuelo Simón era mi "compañero".

No dije nada ante el hecho de que ese hombre era más joven que mi papá y mis tíos. Solo pregunté:

—¿Por qué no viniste al funeral?

—Simón no quería que yo le contara a nadie. Me tardé en darme cuenta de que estaba en el hospital. Logré verlo antes de que muriera, pero él no quería que yo apareciera en su funeral para no molestar a sus hijos.

Saqué el número del papel que había encontrado en el armario del abuelo.

—¿Ese es tu número? —pregunté.

Michael respondió que sí. Seguimos hablando un rato y me sorprendió escuchar todo lo que no sabía de mi abuelo.

—¿Y entonces esos vestidos son de mi abuelo? —pregunté.

—Sí —contestó Michael—. A él le gustaba usarlos. Fue lo primero que me dijo cuando nos conocimos. Tuvo que ocultarlo toda su vida, tuvo que mentirle a todo el mundo.

La voz de Michael se entristeció al decir eso.

—Tuvo que casarse con una mujer para ocultar quién era realmente. Se arrepintió toda su vida de eso, pero sobre todo de haber sido tan estricto con sus hijos.

Entonces era verdad, pensé. Era verdad que el abuelo era duro con mi padre y mis tíos porque se odiaba a sí mismo. Saber todo eso cambió mi vida, me hizo entender más a mi padre, aunque no justificaba lo que él me hacía.

Ya era demasiada información y quería irme, pero Michael tenía una última cosa que decirme.

—Noah, deja de fingir que eres un hombre para hacer feliz a tu padre.

Eso me aturdió. Nadie nunca antes me había aconsejado eso, ni siquiera mi abuelo. Ver a un extraño decirme eso me hizo querer llorar.

—Escucha, Noah. Tu abuelo fingió ser alguien que no era para complacer a los demás toda su vida. Por favor, no hagas lo mismo. Tu padre quiere que seas un chico para que él sea feliz, pero tú debes pensar primero en ti, no en los demás.

—Pero —dije tímidamente—, ¿y si tampoco me gusta ser una chica?

—Entonces puedes no ser ninguno de los dos.

Esas palabras me hicieron reflexionar .

Y al volver a casa. Por primera vez, me di cuenta de quién quería ser realmente.

Me sentí como si por primera vez pensara por mi misma  .

Mi abuelo ( La historia de Índigo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora