[[Shawn Hunter X Oc]] 💗
Fernanda encuentra más problemas. Sin embargo encuentra el sentido de la palabra casa y ella y sus amigos crean un montón de historias par contar.
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¿Nunca han sentido que no son buenos para nada? Bueno. Así me siento yo. Veo como todos son buenos en algo, deportes, fotografía, arte... mientras yo observo a lo lejos desando poder alcanzar ese nivel. Y por más que lo intento no puedo. Siempre había algo que me detenía. Hacia de todo para poder superarme a mí misma pero siempre salía mal. Luego llegaba un momento en el que decía, no importa, tengo que esforzarme más. Y al día siguiente me encontraba viéndome en el espejo preguntándome que estaba haciendo mal. Si de verdad merecía quedarme estancada abajo de todo y todos.
— ¡No puedo!
Thomas se acercó preocupado — No creo que sea tan grave solo fue una torcedura.
— Thomas me duele.
Cerré los ojos con fuerza y aguanté las ganas de llorar. Ya ni si quiera era dolor. Era impotencia, solo un maldito truco sencillo tenía que hacer con mi patineta y salió mal. ¡Solo un maldito truco era lo que había que hacer! ¡Una pequeña vuelta!
Alec se acercó corriendo — ¿Estás bien?
Lo miré. No dije nada.
— Vamos levántala.
Ambos me tomaron de un brazo cada uno y me ayudaron a levantar, al apoyar mi pie sentí que me caería de nuevo.
— Mierda.
Thomas me soltó algo preocupado — Traeré tu tabla.
Negué — No la quiero.
— Pero...
— Solo ayúdame Thomas.
No reprocho. Me tomo de nuevo del brazo y me encaminaron hasta el auto. Intente controlar las lágrimas que amenazaban por salir.
— Vamos te llevaremos a casa.
No preste mucha atención y solo asentí a lo que me decían. Todo el camino intente mantenerme callada, mi tobillo dolía y sentía la impotencia de no haber podido hacer algo bien. Era muy simple.
— ¿Fer, estás bien? Te ves molesta.
Suspire — Estoy bien — me di cuenta de lo rudo que había sonado — Lo siento. Es que hace mucho no patinaba, estaba emocionada.
Thomas puso su mano sobre mi hombro — Son cosas que pasan.
Asentí no convencida. No había tenido buenos días últimamente.
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Entré a casa intentando no cojear. Convencer a Alec y Tom de no entrar conmigo hasta a dentro de la casa fue una tortura. Al final tuve que demostrarles con mucho dolor que yo podía sola.
