Dos

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—Quítese la blusa—quedé atónita.

Estaba en su oficina.

—¿Qué?—no podía creer lo que estaba escuchando.

—A qué vino realmente, Apasra?—me cuestiona, con su mirada intensa que no me deja escapar.

—Dijo que debíamos hacer algo para recobrar los puntos.

—¿Entonces?—baja la mirada y la ubica en mi pecho, observándolo con un deseo palpable.

No me sorprende que en estos momentos tenga pensamientos lujuriosos e intensos. El aire se vuelve espeso, cargado de una tensión eléctrica.

—¿Qué debo hacer?—intento que me dé otra respuesta, sintiendo cómo la adrenalina recorre mi cuerpo.

Era sexy, demasiado. Pero su actitud de grandeza la volvía alguien irritante y, a la vez, irresistible.

—Si no es la blusa, entonces...la falda—pensé que bromeaba, pero su rostro no mostraba ni una pizca de humor.

¿Y ahora qué?

Los 10 puntos que perdí podrían ayudarme a superar la materia. Si la paso, no tendré que volver a verle la cara nunca más. Aunque estoy segura de que hará todo para hacerme la vida imposible.

—Está bien—digo, sintiendo que la decisión me quema en los labios.

Sus ojos se encienden con un brillo travieso.

Y sonríe, una sonrisa que promete más que solo una simple conversación.

Veo cómo saca un puntero de madera y se acerca, su presencia es abrumadora.

—Siéntese ahí—señala la superficie del escritorio.

No obedecí, así que ella misma me tumbó con un movimiento ágil.

—No hay necesidad de todo esto—reclamo, aunque mi voz tiembla, revelando la mezcla de desafío y deseo que me embarga—¿por qué simplemente no ayudar de una forma normal?

—La cosa está en que ahora mismo soy yo quién necesita ayuda—levanta mi falda y susurra, su aliento cálido acaricia mi piel—después de escuchar sus líneas, solo pude contenerme un momento—dice—pero ya no más.

La sala se llena de un silencio cargado, donde las palabras se desvanecen y solo queda el latido de nuestros corazones, marcando el ritmo de un juego que apenas comienza.

Su cercanía me corrompía, a pesar de que me caía mal. Su físico era realmente atrayente. Separó mis piernas y se deshizo de todo.

—Espere, yo...—me frena.

—Sshh—encamina su mano hacia mi vientre—lo que diga ahora es irrelevante.

—¿Qué hará?—ya me estaba poniendo nerviosa.

—Nada, solo...—de pronto siento como sus dedos se introducen en mi intimidad.

—Aah, mierda—me exalté.

—Esto—lo hace nueva vez y por repetitivas ocasiones.

Sentía mis mejillas arder y los latidos de mi corazón iban en aumento. Ella se alejó y tomó el puntero por segunda vez.

—Ahora dese la vuelta—ordena.

—No lo haré—dije.

—Voltéese—repite.

—No.

Reacciona y me toma bruscamente por lo que termino dándole la espalda.

—Ya entendí—se pega a mi—lo suyo no es obedecer—habla por detrás—pero le encanta que la obliguen, ¿qué nombre le pondríamos a eso?

—Termine de una vez por todas, por favor.

—Mmm

Hubo un silencio incómodo. No entendía qué planeaba hacer. Quise voltear, pero en ese momento sentí un fuerte golpe.

—¡Auch!—había usado el puntero.

—Eso fue todo. Ahora váyase.

Está loca. Se ubicó nuevamente en su asiento como si nada pasó.

—¿Qué me garantiza que me dará los puntos?

—Bueno, por ahora solo tiene 5/10. Cuando quiera recuperar los demás, solo vuelva—sonríe maliciosamente, dejando entrever un juego peligroso.

—¿Está hablando en serio? No debí confiar—mi furia brota.

—Usted decide. La estaré esperando la próxima vez—responde, su voz es suave como la seda, pero con un filo que corta.

Su presencia es abrumadora, y aunque me siento atrapada, hay algo en su mirada que me intriga. Un desafío que despierta en mí una chispa de rebeldía. La idea de someterme a sus caprichos me provoca un torbellino de emociones.

Lamentablemente, es demasiado imponente en el centro como para acusarla. Sin embargo, mis pensamientos se enredan en la posibilidad de encontrar su debilidad. La idea de un juego de seducción se cierne en el aire, y no puedo evitar sentirme atraída por el riesgo.

Prometo que no seré la única perjudicada aquí. Si debo jugar su juego, lo haré a mi manera, y esta vez, seré yo quien tenga el control. La tensión entre nosotros se vuelve casi eléctrica, y la próxima vez que nos veamos, no será solo una cuestión de puntos.

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Viane
>ᴗ<

Sensual teacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora