Ocho

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ִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ🐇་༘࿐

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╰┈➤ ⋆˚࿔ YAL 𝜗𝜚˚⋆

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—Amiga, dime que no te metiste con la profesora—me reclama, su voz temblando de incredulidad. Un silencio pesado nos invade, como si el aire se hubiera vuelto denso. —Ahora todo tiene sentido. Todas esas veces que te perdías, me rechazabas las salidas o no me contestabas... ¿era porque te encontrabas con ella? ¿Es en serio?

—Mari, por favor, no me reclames ahora. Es cierto, me dejé llevar, pero no sé ni qué hice—confieso, sintiendo cómo mis palabras se enredan en un torbellino de emociones. Ciertamente, mis sentimientos me jugaron una mala pasada. Es como si me hubiera obsesionado con mi profesora, jugando con fuego.

—Solo respóndeme esto: ¿ella te gusta?

—No, no me gusta. Pero...

—Pero ¿qué? Esto es serio.

—Me hace sentir diferente... incluso creo que nunca llegué a odiarla. Simplemente, su carácter me incomodaba... pero desde aquella noche en su oficina, todo cambió. Me di cuenta de que sus acercamientos me gustaban, incluso cuando me tocaba, me sentí bien. Aunque lo escondía.

—¿Y qué más?

—Ayer me di cuenta de que también le preocupo y está dispuesta a protegerme.

—Yoko... sabes que no debes aceptar cualquier cosa solo porque te sientes sola...

—Estoy sola, Mari. No tengo a nadie. Incluso mis padres planean deshacerse de mí.

De pronto, recibo un golpe en mi brazo, un recordatorio de que no estoy sola.

—Estás tonta o qué? ¿Yo qué soy? ¿Un adorno? Soy tu amiga, tu hermana. Nunca te dejaré. Por más que todos se vayan, yo prometo que siempre estará a tu lado, pero estoy preocupada por tu bienestar. Hace mucho que no tomabas, y esta vez te pasaste de tragos.

—No pasó nada, amiga. Ella llegó justo a tiempo para sacarme de ese lugar y salvarme de convertirme en una promiscua loca.

—Por lo menos hizo algo bueno, ya que quería que repitieras el semestre. A propósito, ¿revisaste tu calificación?

—Sí, para mi sorpresa obtuve la nota máxima.

—Wow, entonces al final sí reflexionó. Hablé con los demás y me dijeron lo mismo, a mí también me fue bien.

—Crees que se merece que le dé la oportunidad de conocernos?

—Esa pregunta debes hacérsela a tu corazón, querida amiga.

El miedo volvió a aparecer, como una sombra acechante en la oscuridad de mis pensamientos. Pero, decididamente, tomé una decisión. No podía dejar que el miedo dictara mis acciones. Era hora de enfrentar mis sentimientos y abrirme a la posibilidad de lo desconocido.

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