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El sentimiento de sentirse desplazado, de no querer ser mostrado, ser negado, eso, era horrible y agotador, Sanji lo sabía desde hace mucho tiempo y es por eso que se sentía tan miserable por cada día que pasaba. Se preguntaba de manera constante el porque Luffy decidía aún así estar a su lado, sabía que por muy despistado que el joven pareciera, era más que consciente de la situación en la que se encontraban, pero tampoco parecía importarle, aunque eso no le generaba gran confianza, aún si debería, después de todo tener el apoyo de tu pareja es un gran incentivo a continuar, pero para él solo era un recordatorio de no ser lo suficientemente bueno.

—Sanji, ponte recto, te estás encorvado mucho —escucho decir a su hermana quién tenía la mirada fija hacia al frente, el rubio solo pudo asentir sin mucho ánimo antes de hacer lo dicho.

—¿Cuánto durará esto?

—No lo sé —dijo soltando un leve suspiró—. Aún así padre quería que solo viniéramos los dos, cosa que ya es lo suficientemente rara como para preocuparme.

Las palabras de Reiju le provocaron una leve angustia, la alfa era ciertamente muy acertada en sus suposiciones, aunque no podía negar que la situación hacia que aquella idea que tanto negaba se hiciera más cercana. La puerta se abrió y de nuevo se sentía decaer. Ambos hermanos se levantaron para dar una pequeña reverencia.

—Aquí estás mis amados hijos —escucharon hablar a su padre sin pizca de emoción, dudaban que los invitaron no se hubieran dado cuenta, pero tampoco era de gran importancia.

—Veo que han crecido mucho desde la última vez que los vi —Charlotte Lilin, una mujer con presencia demasiado dominante. Detrás de ella dos jóvenes entraban a la habitación, los habían visto antes y de hecho para Sanji uno de ellos era más que conocido, después de todo se trataba de su amiga Pudding y aunque no lo hubiera visto mucho, también conocía a su hermano mayor, Katakuri.

La madre de los dos se apartó un poco del camino para permitir a sus hijos colocarse al frente de ellos, el sudor bajo su cuello, no quería ver lo que estaba a punto de ocurrir.

—Siéntense —su padre ordenó, provocando que le hicieran caso, los cuatro se encontraban sentados—. Los dejaremos para que se conozcan en lo que los adultos hablan.

Al salir un pequeño suspiro salió de la joven omega que se encontraba en la sala, mirando hacia Sanji con una sonrisa, siendo correspondida: —Cuando mamá me alistara tenia miedo, casi nunca me dice que salga de la casa.

—Me paso lo mismo —carcajeo suave antes de levantarse del sofá y ponerse a un lado de su amiga— ¿Y saben que hacen aquí?

—Nos hacemos una idea, supongo ¿No es cierto Katakuri?

—Mamá decidirá eso.

—Mamá parece ser dueña de tu vida, deberías de empezar a decidir que quieres hacer tu —con el ceño fruncido se cruzo de brazos, haciendo que su hermano riera y acariciara su cabeza.

—No te enojes Pudding.

—Como si pudiera... —rodo los ojos con una sonrisa— Entonces si los cuatro supones que es lo que puede pasar, ignorémoslo y hablemos.

—Me parece perfecto señorita —dijo Reiju serena, cruzando sus piernas y acomodándose en el sofá.

Y pasaron largo rato charlando, incluso Katakuri se había levantado para seguir la charla que mantenía con Reiju ya que le parecía interesante lo que tenia que decir, teniendo un mundo diferente con los dos omegas hablando de sus clases de repostería. Al pasar un par de horas la puerta se abrió nuevamente, revelando a los progenitores de cada uno.

Negativo | SanluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora