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Los días volvieron a pasar e Ikeu no volvía al café, logró verlo de compras con el tonto de cabellos oreo y labios de pato cuando pasaba.

Pero dias que no aparece por el café.

— ¿Realmente la cagué? —Se dijo con tristeza.

Habia ansiado tanto conocerlo desde que se enteró de su magnifica existencia, suspiró tantas veces por aquel cachorro de cabellos dorados, ansiaba con tantas ganas poder incluso ser algo para él, inclusive buscó trabajo por él.

Ahora por aquel beso... ¿Realmente no volvería?

Mientras limpiaba las mesas solitarias con tristeza, la campanilla de entrada sonó diciéndole con decoro que era momento de atender al cliente.

Al levantar la mirada su corazón martillaba desenfrenadamente.

Es él.

Quizás solo no tenía ganas de un café, aunque no solo vendían cafés, pero él siempre tomaba cafés.

Los dulces, sin serlo tanto, un poco amargos y de gran tamaño son sus favoritos, entre menos dulces mejor.

Pero había algo en él que no coincidía con su normal andar, estaba frunciendo el ceño, pegado al teléfono tecleando, quizás conversando furiosamente, se notaba que había tenido una mala mañana.

— ¿Mal día? —Preguntó el pelinegro amistosamente mientras se acercaba a la caja.

— Quiero un café negro para llevar. — Dijo sin apartar la mirada de su móvil.

¿Café negro? Esa cosa es lo más amargo que servían en el café.

— Seguro, em... ¿Algo más?

El nerviosismo era claro en su habla, no acostumbraba a tratar con el rubio en esa forma, siempre era un sol en primavera. Alegrando a todos, derritiendo corazones, haciendo florecer hermosas rosas con solo su sonrisa.

Ahora era gris, tan pero tan gris.

Cuando siempre fue rosa, rosa y azul verdoso brillante en su mirada.

El rubio suspiró fuertemente logrando espantar al pelinegro.— Es todo. —Dijo con esmero lo que casi convenció al pelinegro de que tal vez no era su culpa aquella actitud.

Sin más que decir empezó a realizar rápidamente su café negro.

Al acabar se lo entregó, Ikeu pagó y dejó propina como siempre, pero esta vez se fue con un simple gracias.

El gracias más amargo que jamás creyó recibir de aquel ser, inclusive en el café que llevaba en las manos había más azucar que en aquel agradecimiento.

¿Tan mal había actuado para que estuviera así?

No había asistido al café en días a pesar de lo bien que se veía aquel día de compras o inclusive aquella noche en la que hizo una transmisión, nada parecía fuera de lugar más allá de su distanciamiento, pero ahora aquella actitud.

¿Tan mal besaba? ¿Tan mal lo tocó?

¿Habría sido mejor tocado por otros antes que él?

Su cabeza estaba hecha un lío y su mente viajó a aquellos radiantes recuerdos que desde ese momento solo serán eso.

Recuerdos.

Pensó y recordó aquella tersa piel de porcelana, sus ojitos con un brillo que podría iluminar la noche.

Pensó y recordó aquellos suaves y carnosos labios de un exquisito sabor, un sabor que no le podías poner un nombre, era totalmente único.

Pensó y recordó la primera vez que lo vio en persona, como su sonrisa iluminaba sus días más oscuros, llenos de tormentas.

𝐎𝐧𝐥𝐲 𝐅𝐚𝐧𝐬 ✩‧₊˚┆𝐇𝐞𝐞𝐣𝐚𝐤𝐞 ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora