CAP 1

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Al igual que en las noches anteriores, Bang Chan regresó a la tierra acompañado de su mejor amigo y protector, Hyunjin.

Sin tener claro el propósito de su presencia en aquel lugar, Hyunjin siguió en silencio a Chan hasta que llegaron a un jardín que conducía a una pequeña, pero bien distribuida casa.

Chan mantuvo la mirada fija en el ventanal que daba a la sala del acogedor hogar durante unos minutos, antes de girarse hacia Hyunjin y indicarle que era momento de partir.

Regresaron al amanecer, pero en lugar de volver al espacio hogareño, Bang Chan continuó su camino hasta llegar a un edificio de departamentos.

Pasaron apenas unos segundos antes de que la recepcionista los condujera hacia la planta superior, donde un penthouse se extendió ante ellos, repleto de lujos y comodidades.

Chan se volvió hacia Hyunjin y, tras soltar un audible suspiro, habló:

—Debes regresar. Yo volveré en un par de días.

—¿A dónde irás tú? —murmuró, curioso, mientras observaba a Chan seleccionar un par de corbatas y probárselas frente al espejo. Chan, sin prestarle más atención de la necesaria, estaba demasiado concentrado en elegir el patrón adecuado.

—Tengo algunos asuntos que atender. Ódenes reales, regresa a casa.

Sin esperar respuesta, Chan abandonó la habitación, dejando a Hyunjin con la palabra en la boca. El alto rodó los ojos antes de salir.

Una mañana ajetreada trae consigo a una persona desesperada.

Era la cuarta entrevista de trabajo en esa semana.

Aunque le dijeron que se comunicarían con él más tarde, era consciente de que eso significaba un rotundo no.

Continuó su camino hasta llegar a la cafetería, solo un buen café podría aliviar su situación.

Sin embargo, no contaba que un hombre alto y musculoso derramaría todo su café sobre su camisa. La sensación de ardor le hizo jadear momentáneamente, antes de levantar la mirada con la intención de quejarse, pero se encontró con que no había nadie frente a él.

Tragándose su coraje, volvió a la tienda y pidió un nuevo expreso, esta vez con el doble de azúcar.

Regresó a casa varias horas más tarde...

Después de haber asistido a cinco entrevistas, los rostros de esas personas le transmitieron solo tres cosas: inexperto, ingenuo y tonto.

Tras darse una ducha y vestirse, preparó una pequeña tetera y colocó una taza con hojas sueltas a un lado. Cuando estaba a punto de salir al jardín, un sonido inusual de su teléfono lo detuvo.

Deseando únicamente relajarse, respondió frustrado, solo como él sabía hacerlo.

—¿Qué quiere?

La persona al otro lado de la línea dudó por un instante. Antes de agotar la paciencia de Felix, se aclaró la voz y respondió:

– ¿Joven Lee Félix? Llamo de OFCEY.

En ese momento, la respiración de Felix se detuvo.

¿Acaso había atropellado a alguien de esa empresa?

Espera, él no tenía auto.

Después de contener las mil excusas que tenía en la punta de su lengua, logró responder.

– Yo… – tartamudeó un poco antes de exhalar – ¡Yo no fui, se lo juro!

El joven al otro lado de la línea no pudo evitar reír antes de aclararse la voz.

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