CAP 8

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Se incorporó de repente cuando un guardia irrumpió en su habitación.

-Ha llegado la hora, mi señor.

Contuvo la respiración antes de asentir y apresurarse a vestirse.

Deseaba llorar; quería creer que todo esto era simplemente una pesadilla extraña en la que había caído tras golpearse en el estacionamiento.

Quizás y aún se encontraba en su dormitorio de la universidad, peleando con sus compañeros por la última papa.

"Ojalá hubiera sido real..." se dijo a sí mismo mientras ataba su cabello con rapidez y organizaba los frascos que había traído consigo.

Bajo rápidamente, dirigiéndose hacia la entrada del portal.

Daniel ya se encontraba allí; podría asegurarlo. Todos ellos deseaban que aquello no fuera más que una pesadilla. Sin embargo, había llegado el momento y no había forma de cambiar lo que estaba por suceder.

Se montó en su criatura y se colocó al lado de Daniel.

El líder de los mestizos le dio un profundo asentimiento, sin apartar la vista del frente.

La determinación por proteger a los suyos era evidente en su mirada, lo que otorgó a Felix una renovada fortaleza para mantener su propia mirada en dirección al horizonte.

-Los vieron acercarse hace apenas unas horas. -murmuró Daniel, con una calma imperturbable.

-¿Cuánto tiempo? -preguntó en un susurro, apenas logrando articular las palabras entre sus labios.

-Veinte minutos... - Daniel se volvió hacia todos, asintiendo con solemnidad- No importa lo que ocurra hoy, en este momento ustedes están protegiendo a los suyos. ¡La historia dará un siguiente paso gracias a su fortaleza y valentía!

Fue entonces cuando Chan cruzó el portal frente a ellos.

La imponente bestia que montaba era verdaderamente aterradora. Hyunjin lo siguió de cerca, aunque, a pesar de la determinación en sus rostros, era evidente su cansacio.

Tras ellos, cientos de guardias armados los acompañaban.

Tan pronto como sus miradas se encontraron, Chan observó detenidamente a Felix.

El menor no podía distinguir si la atención de Chan se debía a su apariencia o si su mirada llorosa era el resultado de considerar su cambio de lealtad como una traición.

El silencio dominó el lugar durante varios minutos, mientras ambos bandos se preparaban para lo que estaba por venir.

Bastó un asentimiento de Chan para que todo comenzara.

Los únicos que permanecieron en sus posiciones fueron Daniel, Chan, Hyunjin y Felix.

Los adneanos y mestizos iniciaron un enfrentamiento entre ellos. De antemano, sabían que Chan había asignado a la vanguardia a aquellos que poseían el don de Ailirio.

Los portadores del don Yerteg utilizaban su poder para estrangular a los mestizos, lanzándolos a gran distancia con enredaderas. Por su parte, el don Calid les otorgaba la capacidad de generar sólidas barreras, lo que posibilitaba a los Ailirio romperlas y atacarlos con potentes proyectiles de piedra.

Los mestizos no se quedaban atrás; sin duda, estaban poniendo su mayor esfuerzo en la situación.

Utilizaban el polvo que había creado para cegarlos y, en cierta medida, para establecer trampas mediante el uso de sofníferos y adormecer a las bestias.

Cuando Felix observó a un par de guardias intentar cruzar la barrera para acceder al templo, levantó su mano instintivamente. Para su sorpresa y la de los otros tres, había levantado una segunda barrera en el trayecto de los guardias.

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