El silencio era estremecedor para algunos y todas las luces estaban apagadas. No había alma en ese pueblo que estuviese despierta a esas horas, y mucho menos alguien que no se creyera el famoso dicho "Al que madruga Dios le ayuda" como la joven Armstrong.
Se encontraba cómodamente acostada en su cama con su pijama habitual, es decir esas camisetas viejas que ya no usaba en el día, su tranquilidad fue interrumpida por el incómodo sonido del tono de llamada de su teléfono.
Al comienzo trató de ignorarlo, tapando con una almohada sus oídos y esperando a que la otra persona dejase de molestar. No se le ocurría ninguna idea de quién podría ser a esas horas. ¿Knuckles? ¿Tails? ¿Amy? ¿Sticks? No sonaban como buenas opciones.
Pasaron cinco minutos en los que el teléfono no dejaba de sonar. Era un asco. Abrió sus ojos de par en par y los frotó mientras se sentaba. Encendió su lámpara de noche y caminó con pereza hacía el mueble de madera en el que dejó el aparato, se fijó en la pantalla para ver quién la llamaba.
Número desconocido.
—Juro que si es un error... —murmuró con fastidio. Tenía cinco llamadas perdidas de ese número y veintisiete mensajes. ¿Qué demonios quería? Apenas aceptó la llamada, la otra persona comenzó a hablar sin darle oportunidad a ella de hacerlo.
—Es increíble, ¿no? Cambiaste tu número solo por mí, al parecer.
Su piel se estremeció al oírlo hablar de nuevo. Su mente empezó a formular miles de maldiciones hacia la vida en ese momento. Ella estaba en problemas, o tal vez no solo ella.
—Yo siempre me entero de todo, pero, ¿en serio crees que puedes escapar tan fácilmente?
No dijo ni una palabra. Poco a poco, su respiración aumentaba hasta el punto en el que creyó que le daría un ataque de pánico. Unas gotas de sudor frío bajaron por su frente mientras apretaba con todas sus fuerzas sus sábanas.
—No eres tan tonta como pensé. Cubriste bien tus huellas, pero eso no durará mucho tiempo.
En la otra línea, se escucharon unos casi inaudibles sollozos ahogados al mismo tiempo que una leve risa se presentaba. Trató de inventarse miles de explicaciones a esto, pero era ridículo. Ya sabía quién era la dueña de esos lamentos.
—Es por tu culpa, Sol, eres una chica egoísta y siempre lo has...
No pudo seguir escuchando más. Cortó la llamada y bloqueó el número, sabiendo que eso no la salvaría. Silenció su dispositivo y lo guardó en un cajón, sin la intención de abrirlo nunca más.
Caminó hacia atrás por inercia y, accidentalmente, enredó sus pies y tropezó, cayendo al piso. No tardó en seguir retrocediendo hasta que su espalda chocó con el borde izquierdo de su cama, llevó su mano a su pecho y apretó su ropa con fuerza, sintiendo suavemente los látidos de su propios corazón.
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¡Maldita poción! || Sonic boom x lectora
أدب الهواة_________ Armstrong está enamorada de su mejor amiga; Amy Rose. Al darse cuenta de que la rosada no está interesada en ella de esa forma, toma la desesperada acción de comprarle una poción de amor a un extraño para darsela a Amy. Su sorpresa es gran...